Capitulo cincuentaydos

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Capitulo cuatro: Nuevo maestro.

La oscuridad del salón contrasta con la frialdad del mármol blanco que lo adorna. Estoy arrodillado en el centro de la estancia, rodeado por una multitud de seguidores de Voldemort. Mis rodillas se clavan en el suelo helado, y el eco de mis propios latidos resonaba en mis oídos. Frente a mí, la figura ominosa de Voldemort, o Tom Riddle como prefería ser llamado, me observa con sus ojos fríos y penetrantes.

—Lucius Malfoy. — Su voz es un susurro que hela la sangre en mis venas. —¿Te atreviste a interponerte en los asuntos de Rodolphus? Tu castigo no había sido impuesto porque él no me había dejado. Pero ahora que no está, se que sabes que te lo mereces. 

Tragué saliva con dificultad, luchando por mantener la compostura frente a la mirada despiadada de mi señor.

—No fue mi intención, mi Señor. — Evité decirle padre. — Solo quería proteger a mi hijo.

Unos pasos resonaron en la habitación, y detrás de Voldemort apareció Arthur Marchuk. Su presencia solo intensificó mi angustia. Había cambiado tanto desde la última vez que lo vi. La inocencia y la bondad que solían caracterizarlo habían desaparecido por completo, reemplazadas por una oscuridad que me heló hasta los huesos. Había sido transformado por completo por el entrenamiento con James, y ahora era una sombra de lo que una vez fue ¿Qué ha hecho con Arthur para convertirlo en esta sombra de lo que una vez fue? ¿Qué oscuros secretos le ha enseñado para transformarlo en un instrumento de la oscuridad?

— Arthur — Mi voz sonaba más desesperada de lo que hubiera deseado. —Por favor, no hagas esto. Tu padre-

Su risa era un eco escalofriante en la habitación.

—¿Por qué debería escucharte, Lucius? ¿Qué importancia tiene tu sufrimiento para mí?

Voldemort alzó una mano, y su señal fue suficiente para que Arthur avanzara hacia mí. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras se acercaba, su figura imponente proyectando una sombra oscura sobre mí.

El dolor fue instantáneo y devastador cuando las maldiciones Cruciatus comenzaron a azotarme. Grité, no pude evitarlo. Cada fibra de mi ser estaba siendo desgarrada por el tormento implacable, y no había nada que pudiera hacer para detenerlo.

—¿Te gusta sentir dolor, Lucius? — La voz de Arthur era un susurro sádico en mi oído. —¿Te gusta sufrir tanto como nos hiciste sufrir a nosotros?

Intenté encontrar fuerzas para responder, pero mis palabras se ahogaron en un mar de agonía. Mis músculos se contraían con espasmos incontrolables, y mi mente se nublaba con el dolor.

El tiempo pareció detenerse mientras el castigo continua, cada segundo una eternidad de sufrimiento indescriptible. Cada vez que pensaba que no podía soportar más, el dolor se intensificaba, como si fuera un eco de las peores pesadillas de mi juventud.

Sin embargo, en medio de la oscuridad, algo cambia. Una sensación de paz comienza a envolverme, como si una mano invisible estuviera acariciando mi alma herida. El dolor se desvanece lentamente, reemplazado por una calma serena que recordaba muy bien.

Siento que una magia poderosa me envuelve, una fuerza que me levanta del suelo y me eleva por encima de la oscuridad. Mis ojos se abren, y veo una luz brillante que me llama, una luz que promete redención y liberación.

🍃Como debía de ser 🌿| Harry Potter y Draco Malfoy.[1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora