Uzui no perdona

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El entrenamiento de los tres jóvenes cazadores comenzaba a implementarse y Zenitsu tenía que espera unas semanas más para poder formar parte de ellos.

El primer día del entrenamiento el joven rubio se la paso aburrido sin sus amigos tomando esa asquerosa medicina. Ni las niñas mariposa jugaban con el, ni habían visitas hasta que era más tarde y sus dos amigos llegaban muertos.

—¡¿Pero que les paso?! —asustado de ver a sus amigos demacrados y agotados, temiendo por el entrenamiento, muy pronto llegaría su turno.

Tanjiro e Inosuke se acostaron derrotados en su primer día de entrenamiento, desprendiendo un aroma abrumador que cada vez más asustaba al pobre Zenitsu.

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Al día siguiente Zenitsu se volvió a quedar solo preocupado, obligatoriamente tenía que tomarse su medicamento pero no había nadie alrededor. Ni las niñas ni Aoi.

Ansioso de lo que le esperaba en un par de semanas, sentía que se le caería el cabello de la preocupación y el estrés, tomándose despacio esa asquerosidad qué lo devolvería a su tamaño.

Miro sus pequeñas manos que volvían a la normalidad, las cicatrices en ellas por el veneno preguntándose ¿como seguía vivo?
Recordando breves momentos en los que estuvo a punto de morir, desorientado y viendo la luna, llorando por no haber conseguido su meta. Alguien quien quisiera estar con él.

—¡Kocho! —el escándalo en el pasillo lo asustó y más aún reconociendo el estruendoso e intimidante ruido de un alfa dominante, obligándolo a esconderse en las sábanas aunque no sirviera de mucho.

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Uzui había llegado a la finca con una herida en el brazo izquierdo que le incomodaba cada movimiento y eso no era muy atractivo.
Y por regaños de sus queridas esposas se vio obligado a ir con Kocho.

Pero la finca lucia vacía, lo común era que una de las cachorras de Kocho saludara y atendiera pero ni eso. Así que estuvo abriendo cada habitación de la finca en busca hasta que se harto.

—¡Kocho! —se consentro en escuchar alguna reacción de la pilar, escuchando solo un leve chillido en una habitación cercana. Sonrió comenzando a caminar hacia donde creía que estaba la beta.

Abrió el shoji en par en par, viendo por el rabillo del ojo un pequeño bulto qué había pegado un salto. El aroma era dulce, algo frío pero era por la cobardía del omega.
Encantado por ese aroma se acerco a la camilla y en cada paso el bulto temblaba cada vez más, escuchando los chillidos asustados del omega tomo la manta y se la quito.

—¡Aaaaaahhhhhh! —Zenitsu retrocedió espantado, callen do de trasero al suelo golpeandose fuerte.

—Vaya que bonito —murmuró el pilar de el sonido, viendo al diminuto omega. Mirando cada detalle, hasta su obvio color de cabello hasta sus piernas gruesas y pequeñas —Tan pequeño y bonito —mascullo acercándose al omega qué se alejaba más de él.

—Se-Señor Alfa, no me haga daño —lloriqueo Zenitsu pegándose a la pared mientras cubría su cuerpo con las sábanas.

—Bonito, solo alguien tan bajo lastimaría a un llamativo omega —anuncio indignado, tomando el cuerpo de el pequeño rubio en sus brazos, notando sus pequeñas extremidades —Muy pequeño —tomo el antebrazo del cazador meneandolo sin saber por que era tan extraño.

Engrandecido por la actitud tan sumisa del menor, decidió no perder tiempo en cursilerias así que comenzó a seducirlo con su aroma, comenzando un extraño cortejo, uno muy atrevido para así decirlo.

Provocando que su aroma secibilizara al rubio, que cada toque su tersa piel se sintiera como fuego. Atreviendose a olfatear el cuello del joven ámbar.
Zenitsu dominado por el aroma se dejó llevar, sintiendo su alrededor vacío, sin ningún sonido.
Ambos ignorando las caja de madera que se movía con brusquedad y las pisadas en el pasillo.

Viento FuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora