Cap:9

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Alargué el brazo para poder alcanzar la maldita cosa que no paraba de soñar. Cuando lo alcance en vez de apretar el botón de apagado con un fuerte movimiento lo tire al suelo. El despertador hizo un último ruido y se acabó. Ya podré darme media vuelta y dormir. Pero a los pocos minutos sonó el despertador del celular y por mucho que me gustaría estrellarlo en el suelo, contuve mis ganas de destruccion mañaneras. Me levante medio dormida y me dirigí al baño de mi habitación para darme una ducha conseguí no dormirme bajo el agua y sali para envolverme en mi albornoz. Baje descalza a la cocina y me prepare un tazón de cereales mientras miraba por la ventana. Son las 6:30 y la calle estaba desierta, no hay ni una luz en ninguna casa. Añadí un poco de azúcar me senté en la mesa. por lo menos tenía tiempo de desayunar tranquilamente.

Una vez terminado el desayuno metí el tazón en el lavaplatos y subí de dos en dos las escaleras con energía renovada. Me puse unas mayas negras de deporte, una camiseta básica amarilla y una chaqueta deportiva negra de hombre. Cogí mi mochila con las llaves y todo lo necesario para pasar la mañana y me dirigí a mi jeep.

Como era de esperar las calles estaban desiertas y se me hizo difícil encontrar un aparcamiento al frente de la puerta del gimnasio. Cerré el auto nada más sali. Me pase un rato con la cerradura de la entrada principal y cuando conseguí que la maldita cosa esa se digne a abrir. Entre en la recepción y no vasto con llevar puesta una chaqueta un escalofrío recorrió mi cuerpo. Así que lo segundo que hice después de encender todas las luces del gimnasio, fue poner un poco la calefacción.

-Hola, jefa-me saludo la bestia
Mientras entraba.

-buenos días-le respondí con una sonrisa

Sebastian, mas conocido como la bestia , es un hombre alto, con grandes músculos y una melena larga rubia recogida con una coleta en la nuca. No era exactamente lo que se llamaba atractivo, pero tenía ese no-se-qué que lo hacía irresistible. Además, era de los pocos que no puso problemas desde el principio para que yo dirigiera el gimnasio.

Me senté un rato en la silla de Víctor esperando que llegaran los boxeadores y los entrenadores que faltaban para cerrar la puerta y quien quiera entrar tendría que llamar al intercomunicador. A los pocos minutos entraron los dos entrenadores que les tocaba trabajar hoy riéndose de algo. Se trataba de Paul, uno de los entrenadores más jóvenes porque se tuvo que retirar de las competiciones por una lesión y por su puesto de desendencia italiana. Y su acompañante era Manuel, un cincuentón canoso y con una barriga pronunciada. De rostro afable, pero con una mala leche aacojonante. Más tarde entraron el escurridizo y Javier, Y al aparecer ellos también estaban de buen humor. No sé sí al escurridizo lo llaman así por cómo era en el ring o por el pelo que tenía.

-Ey jefa -se detuvo Javier, mientras se apoyaba en el mostrador-¿Hace un gran día, no crees? 

-cuando salga el sol te diré -dije resoplando.

-vaya, vaya... parece que alguien no tiene muy buen despertar -se rió

Puse los ojos en blanco sin poder evitarlo. Pero la milésima de segundos que no mire apareció Yuri que se nos quedo mirando fijamente. Javier se dio la vuelta para ver lo que miraba yo.

-Necesito hablar contigo, Valeria -dijo sin apartar la mirada de mi y haciendo que me estremezca cuando dijo mi nombre.

-yo mejor las dejo  -dijo Javier mientras se iba, pero ninguna de las dos le hizo caso. Yo estaba embobada mirando los ojos de Yuri y ella los míos.

TUYA-adaptación(YULERIA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora