La playa

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Capítulo 3

Al día siguiente, Leila fue a la playa, comenzó a recordar a Rooster.

Si bien no había vuelto a California hacia muchos años, había visto a Rooster un par de veces, en misiones, obviamente.

Su rivalidad creció por esas misiones, se sobreexigían intentando dar lo mejor, tratando de probar que eran mejores que el otro.

De todas formas debía agradecerle, eso le ayudó a ser la piloto que era hoy, le ayudó a convertirse en una de las mejores pilotos del mundo al igual que él, Bradley volaba mejor solo.

-Parece que los dos tuvimos la misma idea. -Hablando del Diablo y se te aparece.

-Lo siento pero no me iré, también es mi roca -dijo mirando a Rooster y señalando la roca en la que estaba sentada, roca que de niños compartían para ver los atardeceres.

-Tranquila, no me interesa pelear ahora, solo quiero tomar un poco de sol, ni si quiera tenemos que hablar -dijo Rooster sentándose a su lado, pero tomando su sana distancia.

-Tienes razón -permanecieron en un cómodo silencio unos cuantos minutos, Leila por dentro parecía una bola de nervios, no quería que las cosas empeoraran como siempre lo hacían cuando se hablaban, de todas formas no logró contenerse -¿Cómo te sientes? -dijo al fin, sabía que Roos entendería que se refería a su madre.

-Intento estar bien, pero la extraño, ¿y tú?

-Intento estar bien - respondió igual, entendió que él también preguntaba por su madre.

-Lamento haberte echado del funeral de mamá, era la primera vez que te veía en años, aún tenía furia contenida y estar triste por mamá no me ayudó en nada a controlar mis emociones, tenías tanto derecho como yo a despedirte de ella.

La realidad es que Roos, luego de pelearse con Blue en el funeral de su madre, se arrepintió al instante, quería que volviera y lo contuviera como cuando eran pequeños y él lloraba por algo.

-Lo entiendo Roos.

-No, en serio lo siento, pero ver a tu padre ahí, él no tenía ningún derecho de aparecer ahí, el me retrasó -otra vez hacia lo mismo.

-Oye ¿a caso sigues sin olvidarlo?, además yo ni si quiera tengo que ver con lo que pasó, pero siempre pareces culparme. Pasó hace años Rooster, y eso no te impidió volverte uno de los mejores pilotos. -dijo con fastidio Leila, rodando los ojos.

-¿Por qué tendría que olvidarlo? El se entrometio en mis asuntos como si fuera mi parde, y me retrasó. Y no te culpo, pero tu siempre defiendes lo que él me hizo.

-No digas eso, el te retrasó por miedo, ¡tu no estabas listo!

-¡Claro que lo estaba!- sus tonos de voz comenzaron a subir, otra vez estában discutiendo, se encontraban parados sobre la roca, cara a cara, otra vez sus respiraciones se mezclaban.

-Deberías dejar de ser tan quejoso, me arruinaste el día -dijo Leila y se fue.

Rooster detrás de ella bajó de la roca y pateó la arena enojado, los dos estaban frustrados, tal vez esta vez no querían terminar así, no después de tanto tiempo sin verse, pero parecía algo inevitable para ellos.

Leila llegó a la casa enfadada, pero se calmo al instante y sintió como se le resbalaban un par de lágrimas, sin darse cuenta había empezado a llorar por la frustración. Definitivamente no quería que las cosas terminaran mal esta vez. Hoy cuando se dirigía a la playa había pensado nuevamente en la conversación con su padre, y planeaba encontrar una forma de disculparse con Rooster, aunque no estaba tan segura de querer perder su dignidad.

Cuando Roos llegó a su casa ya era de noche, cenó algo y se fue a la cama.

2 a.m.
‐Lo extraño mucho... -sollozó un niño de 5 años sentado en una gran roca en la playa mientras su madre lo buscaba desesperada.

Carol había llamado a su amiga Laura, no encontraba a su hijo por ningún lado y necesitaba ayuda para buscarlo.
Juntas habían empezado la búsqueda hasta que se detuvieron al verlo solo, cuando estaban a punto de acercarse vieron como una pequeña niña se les adelantaba y se sentaba al lado del pequeño, era Leila, la hija de Laura.

-Bradley... aquí estás -dijo la niña preocupada envolviendo sus brazos al rededor del niño -Por favor, no vuelvas a desaparecer, todos te extrañabamos, eres mi único amigo, no puedes dejarme -Leila se había sentido muy angustiada, algo podría haberle pasado a Brad.

-Lo siento, Leila, quería estar solo, extraño a papá pero no quiero que mamá me vea llorando -dijo entre lagrimas sorbiendose los mocos.

-Está bien, Brad, pues podemos estar solos juntos -sonrió y le contagió la sonrisa al rubio. -Esta roca es muy linda  ¿no crees? -dijo Leila mirando a su al rededor, tenían una linda vista desde ahí arriba.

Bradley paró de llorar un segundo y se dedicó a mirar a la niña.

-¡Que sea nuestra roca! -dijeron los dos al mismo tiempo y comenzaron a reír.

-Y siempre que busquemos al otro, podremos encontrarlo aquí, este lugar será solo nuestro, ¡para siempre! -dijo muy feliz la pelinegra.

-¡Si! -asintió muchas veces el niño. Las dos madres miraban a la distancia a sus hijos, felices de que se tenían el uno al otro.

Otra vez se despertó sudando, pero esta vez no lo abrumó su sueño, recordó que desde ese día se había hecho más apegado a Leila, pasaba todo el tiempo con ella, no había hora del día en que no la viera.

Leila tenía razón, cuando la buscara, ella estaría en ese lugar...

.......

AAAAAA ¿¿¿Para qué estaría buscando a Leilaaaaa???

Fue un capítulo corto, pero el anterior fue bastante largo.

Conocimos un poco de la relación de Bradley y Leila, gracias a su rivalidad se hicieron mejores, y parece que son inevitables sus peleas.

Ahora sabemos por qué no fue bien recibida en el funeral de Carol, que mal que estuviste, Bradshaw, deberías controlarte un poco más.

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💙

El Momento Perfecto -Bradley Bradshaw Donde viven las historias. Descúbrelo ahora