Capítulo 1: El poseído

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Un día de agosto de 2013, Ryder lideraba la Patrulla Canina, compuesta por seis cachorros: Chase, un canino policía maduro y serio; Marshall, un dálmata bombero leal, competente y valiente; Rocky, un perro ecológico inteligente; Rubble, un bulldog excavador; Skye, una perrita a la que le encantaba volar; y Zuma, un labrador marrón experto nadador y protector de la vida marina. Su labor consistía en salvar a los habitantes de Bahía Aventura, rodeados de arena marina y abundante naturaleza.

Sin embargo, un día las cosas tomaron un giro inesperado. Ryder debía realizar un viaje con Katie, una amiga que tenía que visitar a su abuela. El problema era que la señora odiaba a los perros y los echaba de su casa si veía uno. Ryder no tuvo más opción que comunicarles a los cachorros la situación:

—Lo siento, cachorros, pero tendrán que quedarse aquí durante una semana porque la señora odia a los perros —explicó—. Pero no se preocupen, Chase se encargará de ustedes.

—¿No nos buscarás una niñera? —preguntó Skye con tristeza.

Ryder titubeó antes de responder con un no. Los seis cachorros quedaron muy aterrorizados ante la noticia.

Cuando Ryder se preparó para el viaje, ordenó a Chase cerrar el portón tras su salida, lo cual él cumplió. A partir de ese momento, los cachorros tendrían que arreglárselas solos durante una semana.

Una vez que Ryder y Katie se alejaron, los cachorros comenzaron a jugar con sus juguetes. Sin embargo, pronto surgió un problema.

—¡Chicos! —gritó Rubble—. ¡No encuentro mi hueso de juguete!

—¿Por qué no lo buscaste antes? —le preguntó Chase.

—Porque... —Rubble dudó antes de responder—. Pensé que seguía aquí.

—Quizá esté afuera... —comenzó a decir Zuma, pero fue interrumpido cuando todos los cachorros corrieron hacia la ventana.

Zuma intentaba hacerles entender a los demás que lo dejaran mirar afuera, pero no le hacían caso.

—Allí está —señaló Chase hacia un árbol tan alto como una torre—. Iré a buscarlo.

—¿Estás seguro de ir solo? —preguntó Marshall preocupado.

—Sí, no se preocupen, estaré bien —afirmó Chase.

El perro policía se dirigió hacia el ascensor del cuartel, ya que no había escaleras en ese lugar. Mientras tanto, los demás cachorros observaban preocupados desde la ventana.

—¿Le pasará algo? —preguntó Marshall.

—Espero que no —respondió Skye.

—Chicos, déjenme mirar por la ventana —solicitó Zuma, saltando y tratando de ver lo que sucedía.

—¡Cálmate! —lo callaron los demás.

—Pero necesito ver qué pasa —insistió Zuma.

—Lo siento, pero no hay espacio para que te unas —explicó Rocky.

Triste, Zuma se retiró y se acostó en una almohada.

Mientras tanto, Chase llegó a una zona densamente arbolada que nunca había visto cerca del cuartel. Estaba oscuro y apenas había luz. Lo que más llamó su atención fue un extraño ruido que provenía de un agujero de un árbol. Se acercó y encontró el juguete de Rubble dentro del agujero. Sin embargo, cuando intentó recuperarlo, algo le mordió la pata con dientes afilados, causándole un dolor intenso. Intentó retirar la mano, pero era demasiado tarde: aquello lo arrastró hacia el agujero.

Mientras tanto, los demás cachorros observaban sin entender qué estaba sucediendo con Chase.

—¡Chicos! ¿Qué le está pasando a Chase? —preguntó Zuma.

—Algo lo metió dentro del árbol —respondió Rocky.

—¡Miren, chicos! ¡Chase salió del agujero! —exclamó Marshall señalando.

Todos, excepto Zuma, volvieron a mirar por la ventana. Chase caminaba de manera extraña, de una forma que ninguno de los cachorros había visto antes en su vida. Nadie comprendía lo que le ocurría hasta que levantó la cabeza y fijó su mirada en los cachorros. Sus pupilas eran de un color rojo sangre y el fondo de sus ojos era completamente negro. Mostraba una sonrisa, pero no amable, sino fea y maligna, y sus dientes eran afilados.

—¿Ya no se moverá más? ¿Encontró el juguete? —preguntó Rubble.

Chase comenzó a correr hacia ellos a toda velocidad.

—¡Cierren el cuartel, va a entrar para matarnos! —gritó Rocky.

Todos se apresuraron a cerrar el cuartel, mientras escuchaban un fuerte golpe que los dejó aterrados.

—¿Qué fue eso? —preguntó Zuma, visiblemente asustado.

—Fue un golpe —respondió Marshall.

—Pero ninguno de nosotros lo dio —advirtió Skye.

Zuma se quedó boquiabierto ante la idea.

—Entonces eso significa... que Chase está aquí adentro... —

Continuará...

Paw Patrol: Death At NightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora