prologus

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Perecer a manos de su propio pueblo, concediendo el anhelo de los ciudadanos, aquellos que estuvieron presentes desde el momento en que abrió los ojos por primera vez, solo para presenciar su trágico final

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Perecer a manos de su propio pueblo, concediendo el anhelo de los ciudadanos, aquellos que estuvieron presentes desde el momento en que abrió los ojos por primera vez, solo para presenciar su trágico final. Qué idea tan retorcida.

No le causaba tristeza en absoluto.

Fue arrastrado con violencia hacia el imponente instrumento que entonaría la melodía de su ejecución. Su semblante se ocultaba tras una bolsa y sus manos permanecían atadas a su espalda.

— ¡Silencio en la plaza! — el grito del oficial al mando disipó cualquier alboroto presente — Por mandato de la justicia, hoy llevaremos a cabo la ejecución del responsable de los crímenes más atroces en este reino.

El hombre enmascarado no podía ver, pero escuchaba claramente el tumulto de su pueblo, regocijándose por liberarse del yugo de un rey ambicioso.

— Condenamos a Choi Yeonjun a la guillotina por fraude, asesinato, robo y corrupción. — anunció el oficial.

El condenado tragó con dificultad cuando el verdugo a sus espaldas lo arrastró hasta la base de la guillotina.

— ¡Quiten la bolsa!

— ¡Ese despreciable no merece dignidad!

Las miradas de odio superaban en intensidad a las miradas de sorpresa de los oficiales a cargo. El verdugo detuvo sus movimientos y volvió su rostro hacia el oficial, quien antes de poder decir algo fue interrumpido por el cura que también participaba en el acto.

— No, señores. — se negó el cura dando unos pasos al frente — Hermanos y hermanas, permitidme refrescar en vuestra memoria las enseñanzas de nuestro Dios. Todos somos seres humanos y todos somos capaces de obtener su perdón y compasión, así como también somos capaces de perdonar. Esto es crucial para el alma y el espíritu.

— Él no tuvo compasión alguna por ninguno de nosotros. — escupió uno de los campesinos.

— Es cierto, y no debemos olvidarlo. Que su dignidad prevalezca en la tierra, pues en el mundo celestial será Dios quien lo juzgue por sus pecados. En nuestras manos solo está el destino de su carne, no de su alma.

Nadie más se opuso a la idea, todos permanecieron en silencio.

— Ahora el verdugo procederá con la ejecución. — anunció el oficial a cargo.

El condenado fue colocado en posición para que la cuchilla cayera en el lugar preciso.

Un último pensamiento se interpuso antes de que el filo de la cuchilla separara su cabeza de su cuello. La voz susurrante de su mente murmuró suave: "Espero que estés a salvo, Yeonjun" deseó mientras su mirada se mantenía al frente, y entre los tejidos de la oscura tela pudo divisar el alba que caía sobre el reino.

El mismo amanecer que podía ver Yeonjun, quien corría entre los árboles no muy lejos del pueblo, buscando escapar con una libertad que no era suya.

Su corazón latía con rapidez como la de un roedor, subir la pendiente le había tomado casi toda la mañana.

Oyó entonces unos gritos de alegría proveniente de la plaza del reino y su mano cayó sobre un árbol, se sostuvo por él y volteó con lentitud la cabeza hacia su reino teñido de naranja mañanero. Su garganta se secó y comenzó a toser.

Las nueve de la mañana, la hora de la ejecución del rey.

Choi Yeonjun había muerto de una vez por todas.

Choi Yeonjun había muerto de una vez por todas

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3/marzo/2024  .   20:43

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⏰ Última actualización: Mar 04 ⏰

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ʀᴇɪɴɢ ✗ soojun ‎ ‎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora