Capítulo 42

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Ahora Poché podía escuchar un pitido fuerte en sus oídos, seguía en la habitación que una vez compartió con Calle, en exactamente la misma posición, pero ahora las lágrimas caían con fuerza

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Ahora Poché podía escuchar un pitido fuerte en sus oídos, seguía en la habitación que una vez compartió con Calle, en exactamente la misma posición, pero ahora las lágrimas caían con fuerza.

"Me acosté con Laura"

"Se acostó con Laura"

Su cabeza no parecía querer olvidar aquella frase. Un suspiro la trajo de nuevo a la realidad.

Calle lloraba frente a ella, arrodillada, suplicando una palabra, pero Poché no podía decir o hacer nada. Su corazón estaba roto, estaba hecho pedazos. Aquella castaña hermosa que ahora rogaba su perdón era su Calle.

Oh no, perdón, solía serlo, ahora era una desconocida que se había acostado con alguien más.

Ya no era SU Calle.

Ya no era nada.

Finalmente, Poché reaccionó a las plegarias de la castaña.

La rabia y el dolor se habían apoderado de ella.

Prácticamente arrancó su anillo de matrimonio su dedo para, a continuación, lanzárselo a la cara.

Calle no sabía que hacer o que decir. Lo había estropeado todo. Sabía que merecía todo aquello. Aunque, en su interior, tenía una pequeña esperanza de que Poché la perdonara, pero, al lanzarle el anillo y ver como corría desesperadamente fuera de la habitación, entendió, que todo había sido su culpa, todo había acabado por su maldita culpa.

La puerta de la habitación había quedado ligeramente abierta tras la huida de Poché. Calle se levantó del suelo, esperando ver a Poché en alguna parte del pasillo, pero la morena se había esfumado con el viento. Cerró la puerta con furia antes de caer destruida en el suelo. La culpa empezaba a matarla. Su mente le repetía que merecía todo aquello, que todo había sido su culpa. Fue hacía la cama y se hizo un ovillo en ella, todo su cuerpo temblaba, dolía. Nada tenía sentido.

Poché no sabía a donde se dirigía, solo quería correr. Quería alejarse de sus sentimientos. El dolor empezó a recorrer su cuerpo, recordándole que sus manos dolían porque Calle ya no quería ser tocada con ellas, que su piel dolía porque Calle ya no quería sentirla junto a la de ella, que sus labios dolían porque... bueno, por Calle. Todo dolía por Calle. Cuando sus fuerzas fallaron, se sentó  un banco del parque al que había llegado. Tras un rato allí, decidió volver al hotel.

Mari despertó abrazada a Abi, para ella aquello era el más dulce sueño que podría tener, pero no lo era, Abi estaba allí, entre sus brazos, tras tantos problemas.

Abi se despertó en ese instante para encontrarse con los ojos verdes de Mari observándola fijamente.

-Buenos días princesa- Alegó Mari con una sonrisa.

-Buenos días pequeña- Mari frunció el ceño ante su nuevo apodo- my pequeña reina- Se echaron a reir, Mari no se resistió a robar un nuevo beso de los labios de la joven.

How You Get The GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora