María José Garzón siempre ha tenido dos cosas muy claras en su vida:
1- Está locamente enamorada de su mejor amiga.
2- Ella no le corresponde.
¿Qué pasaría si un día su gran secreto sale a la luz?
¿Daniela le corresponderá?
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Dos semanas habían pasado desde la última vez que Calle y Poché se vieron en Cartagena.
La castaña parecía haber aceptado por fin que no volvería a estar con su Poché, pero aún así, la vida seguía.
Esta vez Calle no se deprimió hasta casi perder la razón, ni dejó que se destruyera todo lo que había conseguido en esos últimos 3 años.
Aquella mañana llegó a su casa una carta en la que se requería su presencia para firmar el divorcio.
Después de tantos años de lucha, tanto junto a Poché como separada de esta, parecía que el final de una historia de amor como la que tenían estaba a punto de llegar.
El día de la cita, Calle se despertó temprano, dispuesta a dejar marchar por fin lo que la vida se había empeñado en arrebatarle desde el principio.
Aquella noche Calle había soñado con Poché, con su historia de amor.
Al despertar, se juró a si misma que sólo guardaría en su corazón los recuerdos bonitos de la relación, que olvidaría todo lo malo que alguna vez sucedió, incluido ese duro día en que le diría adios para siempre.
Cuando estuvo lista, se observó en el espejo e imaginó como sería la vida si Poché recordara, si el destino no hubiera sido tan injusto.
Una lágrima corrió por su mejilla, ahora aquella era su realidad, era el momento de aceptarla, de cerrar ese capítulo de su vida.
Lauren la acompañó a la cita, sabía que su amiga necesitaría apoyo. Marta se quedó con Lucy y Camilita.
-¿Preparada Calle?- Preguntó Lauren antes de abrir la puerta de la oficina. Calle asintió tras suspirar- Todo saldrá bien.
-Es espero- Ambas entraron al lugar, donde encontraron a Mario y Poché.
Calle notó la tristeza en el rostro de la chica, sorprendiéndose, pues no creía que esa situación le produciera algo.
Poché sentía su corazón destrozarse cada vez que tenía a la castaña enfrente a pesar de no entender porqué.
El juez habló durante un buen rato, pero ninguna de las dos prestó la mínima atención a sus palabras.
-¡Sra. Calle!- Insistió el juez por quinta vez, consiguiendo por fin la atención de la chica.
-¿Si?- Respondió la castaña.
-Firme aquí- Calle observó a Poché, aquel era realmente el final.
Suspiró antes de tomar el bolígrafo que el juez le extendía.
"Acta de Divorcio" leyó en su cabeza, luego buscó su nombre para firmar. Ya era tiempo de dejar todo atrás realmente.
- Sra. ¿Va usted a firmar el documento?- Calle asintió antes de firmarlo. Una lágrima rebelde rodó por su mejilla.
