Capítulo 6.

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- ¡Aquí estás! - parecía aliviado pero se detuvo abruptamente al ver la escena que se mostraba frente a él. - ¿Huáaneri? - preguntó.

Ella estaba en un trance, perdida en un mar de preguntas a las que ansiaba darle respuestas. La situación era confusa y parecía que todo había pasado en cuestión de minutos.

- ¿Qué pasó aquí, Huáaneri? - insistía Ekuneil pero como anteriormente sucedió, no obtuvo respuesta alguna.

La princesa estaba perdida en su mente, no se percataba de que el muchacho estaba ahí viendo algo que probablemente iba a malinterpretar y eso sería un problema. Ekuneil entonces se acercó al oso que se hallaba tendido y empezó a examinarlo. Parecía que aún tenía vida, pero estaba inconsciente. En su cuello había algo improvisado, parecía haber sido usado como soga para ahorcar al animal. Él entendió o dedujo que ella jamás habría podido con ese animal sola, pues bastaba la fuerza de almenos tres hombres entrenados para eso, y la distancia que había entre ambos, le daba más veracidad a sus conclusiones.

- Alguien estuvo aquí. - no preguntó, solo afirmó. - Dime, ¿quién es? - se acercó rápidamente a ella para examinarla también, buscando algún golpe o herida. - ¡Háblame! - la sacudió y ella entonces posó su mirada en él.

- ¿Qué crees que haces?, ¡suéltame! - se sacudió fuera de su alcance cuando se dió cuenta de lo cerca que estaba y de como la tenía agarrada.

- ¿Por qué no me respondes? - exigió.

- ¿Qué no ves? Hay un enorme oso ahí. No está muerto. - explicó sin saber, pero deseaba que aún estuviera con vida.

- Eso no fue lo que te pregunté. - estaba enojado y desconfiaba, pero entendió que ella no le respondería porque parecía que ni siquiera procesaba lo que había pasado.

- Debemos irnos, no logramos recuperar al animal. - desvió rápidamente el centro de atención.

Le preocupaba ahora que vinieran a inspeccionar para ver si encontraban al animal que soltaron para la actividad y vieran al oso, entonces empezarían a cuestionar lo que en realidad había pasado. Ni siquiera era creíble que entre ella y Ekuneil hubiesen sido capaces de derrotar a la enorme bestia juntos.

- No podemos dejar esto aquí, nos van a hacer muchas preguntas así que insisto en saber qué fue lo que pasó aquí. Huáaneri, alguien más estaba contigo.

- ¡Que no! Estaba sola. - mintió.

- ¡La prueba está clara! Jamás podrías con una bestia como esta tú sola. Estás mintiendo. - ella se le quedó mirando pero no dijo nada.

Estaba abrumada, la actividad había sido un fracaso y su padre sospecharía de cualquier cosa. Pero no podía seguir ahí bajo el escrutinio de Ekuneil, tenía que irse. Entonces, dió media vuelta y empezó a caminar a paso acelerado, el muchacho no tuvo más opción que seguirla a una distancia prudente, con su mente más revuelta que la de la princesa.

Insistía en que alguien estuvo ahí, con ella, a solas.

(•••)

- ¿Habrá pasado algo? ¿Qué le pasó a ella? ¿Y el animal? - empezaron los susurros en cuanto los vieron aparecer por el umbral de la entrada a la aldea.

Vieron como ella caminaba rápido y él se veía preocupado. Ambos venían disgustados, aparentemente, pero no había rastro del animal que debían cazar.

- ¿Ekuneil? - preguntó Balaam al verlo, persiguiendo a su hija con su mirada hasta que ésta desapareció en medio de la multitud que también la observaban indagando en susurros.

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora