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Para ese momento, la velada se encontraba en su momento cúspide.
Observó la imagen de sí mismo que el amplio espejo frente a él le mostraba. No sabía qué estaba haciendo, y no le gustaba la mirada que su reflejo le regresaba. Sentía miedo, y su mente traicionera, víctima de su creciente nerviosismo; le pedía huir de aquella fiesta.
Lo único que atinó a hacer fue refugiarse en el baño de hombres, como un chiquillo asustado.
Se había prometido que esa sería la noche en la que daría aquel paso tan importante, porque creía que ya había esperado demasiado y seguir postergándolo terminaría en arrepentimiento. Había decidido que la reunión anual de La Liga se convertiría en la noche más importante de su vida.
Incluso más que el día que fue coronado Campeón, porque esta vez buscaba el objetivo que siempre acompaño a su sueño de vida, aquel que dejó de lado por muchos años y ya no quería esperar.
— Caballero, ¿se encuentra usted bien? — Escuchó la voz rasposa del cano hombre de mediana edad que le hacía compañía en aquella habitación y de quien había olvidado su existencia. El entrenador, aún sin despegar su mirada del frente, dirigió su atención al hombre, con su camisa blanca arremangada y chaleco negro a juego, lo notó sostener una pequeña toalla blanca sobre su flexionado brazo izquierdo. — Se ve un poco pálido, ¿Necesita algún medicamento? — Preguntó con una sonrisa amable.
— No — Negó regresando de nuevo la atención a su propia imagen — Estoy bien... gracias — Susurró con un tono que evidenciaba que trataba de convencerse a sí mismo de sus palabras.
El silencio volvió a invadir la habitación.
Ash suspiró con resignación, para extraer del bolsillo interior izquierdo de su saco negro, aquel objeto que le estaba causando tantos problemas existenciales. Lo observó, tan pequeño y sencillo, pero con la elegancia perfecta para admirarlo, exactamente igual que la persona a la que quería entregárselo.
— Oh, vaya... — volvió a escuchar la voz del hombre a un costado suyo. — Si me permite decirlo, estoy seguro de que es una gran mujer.
Confundido, dirigió su atención a aquel hombre, quien aún mantenía su sonrisa amable. Sin más, Ketchum decidió responder de igual manera mientras un nuevo suspiro se le escapaba.
— Lo es. — Aseguró regresando su mirada al objeto en sus manos.
—No debería dudar. — Dijo el hombre mientras extraía de una pequeña canastilla, a su derecha, un par de toallas limpias para después pedirle al joven frente a él que volteara a verlo. Ash así lo hizo.
— Yo de verdad la amo. — Confesó, sorprendiéndose de su propia sinceridad ante el extraño frente a él. No es que no lo dijera a menudo, pero sentía que necesitaba contarle aquellas palabras a alguien más, alguien ajeno a su círculo que tal vez pudiera ayudarlo a tranquilizar sus nervios; y esa persona parecía ser aquel hombre que ahora limpiaba, con aquellas toallas, las gotas de sudor que el pelinegro no había notado ya rodaban por su sien. — Pero ¿y si ella no quiere lo mismo? — Preguntó con duda al hombre mientras este continuaba haciendo su trabajo.
— ¿Por qué sería el caso? — Respondió de vuelta con la confianza que a Ash parecía estarle faltando.
— Nuestra relación, prácticamente acaba de iniciar — Su voz delataba las dudas que invadían al entrenador.
— Y, aun así, ya has decidido que no quieres esperar más — El hombre le regaló, una vez más, una sonrisa acompañada de una mirada serena. — Si ella te rechaza, tal vez solo es señal de que te dejaste dominar por la impaciencia. Algo muy característico en usted, joven. — Ash lo miro confundido ante aquella acertada descripción. — Si quiere un consejo de un viejo que ya ha vivido. Debería confiar más en ese sentimiento que lo impulsó a considerar dar este paso. — El empleado calló por unos segundos y al ver pensativo al joven al frente suyo, continuó. — ¿Es usted Ash Ketchum, cierto? Imposible no reconocer al entrenador que se volvió campeón a tan corta edad, — comentó el hombre ajeno al desconcierto del entrenador; mientras le acomodaba las solapas de su traje. — Bien, señor Maestro Pokémon... — aquello hizo a Ash sonreír con melancolía, al recordar la voz de la chica llamándolo, con burla e ironía, de esa manera. Título, con el que ahora todas las personas lo llamaban — ¿Dónde está el hombre impulsivo y valiente al que todo el mundo admira? — Preguntó de manera amistosa.
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Impulso de amor
Fanfiction[Pokeshipping] Misty regresó a su vida, como una estrella fugaz; sin aviso ni espera. No la dejaría escapar de nuevo.