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Miro a Fran y Rocco con el entrecejo fruncido y me siento en la cama en la que dormiré por un buen tiempo

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Miro a Fran y Rocco con el entrecejo fruncido y me siento en la cama en la que dormiré por un buen tiempo. Rocco y Fran se sientan en la alfombra y me miran como dos nenes curiosos, sus cejas están levemente arqueadas y sus miradas tienen una mezcla de confusión y diversión que me extraña. Intento ignorarlos y me tiro en la cama y abrazo un cojín.

—¿No nos vas a contar? —pregunta Rocco.

—¿Contarles qué?

Como si estuvieran conectados, ambos hacen una mueca de incredulidad y se miran entre ellos. Les tiro un cojín a cada uno, como me acostumbré a hacer con las personas de confianza cuando no me prestan atención o se estresan.

—Contarnos tu perspectiva al ver a la hermana de Emma, gordis —dice obvio Fran y me tira devuelta el cojín.

Antes de que pueda responderles tocan la puerta. Rocco hace una mueca, se levanta y camina hacia la puerta, donde entran Andy, Kuku, Fer y Juani con bebidas y comida.

—¿Aquí es el club de pelotudos? — pregunta Kuku, acomodando todo en la alfombra de mí cuarto.

—Ahora que llegas lo podés inaugurar —le responde Rocco, agarrando una bolsa de papas.

—¿Quién los invito a mí cuarto? —pregunto y Fran alza la mano.

—Es que no los quería en el mío, gordis —responde y me abraza antes de que lo mire mal.

—¿Qué tal les cayó la hermana de Emma? —inquiere Juani, ignorando las charlas del resto. Empiezo a sentir como se avecina
una bomba de jodas.

—Un amor —contesta Fran separándose un poco de mí lado—. Parece que a Rafa le encantó.

—Se le quedó mirando como el rey de los boludos enamorados —añade Andy.

Todos hacen sonido de ambulancia y me dan ganas de desaparecer del planeta.

—Eso no es muy fiel de tu parte, Rafiush ¿Y la mina del estadio?

—¿No sabés? —inquiere Rocco y Juani lo mira confundido.

—Callate, gordo —le digo y pongo un puñado de papas en su boca. Se está ahogando, pero al menos no está hablando.

—Ay, gordis, no seas malo, contales —insiste Fran y todos mueven sus manos como si tocaran tambores.

—¡Dale, boludo! Me mata la ansiedad —grita Andy y suelto una risita.

—Paren todo, va a hablar —dice Fer.

—Es la misma mina del estadio, chicos —comento y ahora no es Rocco el único ahogado, Fer cae de cara contra el piso, Kuku se ahoga con su jugo y Andy deja de comer gomitas.

—Che, amigo, se casan mañana —suelta Andy de repente.

—Obvio, esto es acto de hilo verde —asegura Fer.

𝐋𝐈𝐍𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐀 𝐇𝐎𝐎𝐊 - Rafael Federman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora