Yo amaría sentarme con él a tocar guitarra y cantar, pero está tan lejos. Me siento como la luna, la que no puede ver a su Sol. Verlo alejarse me hizo sentir pequeña ante ese sentimiento que nunca le demostré. Yo sabía perfectamente que eso me costaría todo un verano de tristeza. A lo mejor dos palabras mías hubiesen cambiado su decisión.
Leonard era un joven muy atractivo, su cabello rizado y castaño me recordaba al chocolate, su piel era tan blanca que parecía un europeo. ¡Vaya muchacho! Me volvían loca sus labios rojos como el carmín y sus ojos claros en los que veía el cielo. Sin poder expresarle todo lo que sentía, lo dejé ir.
Mañana mi vuelo sale a las 8:00 de la mañana para River of No Return Wilderness en el centro de Idaho, donde tengo una pequeña casa de verano. Para dejar la universidad atrás por unos meses y olvidarme de ese joven que me atraía tanto. Empaqué mis maletas y me acosté a dormir con los ojos llenos de lágrimas.
A las 7 llegué al aeropuerto, como era temprano pasé por una cafetería donde me encontré a Jenny, mi compañera de la universidad.
— Rachelle, ¿cómo estás?—dijo alzando su mano en gesto de saludo.
— Bien. Ahora sale mi vuelo para tomar vacaciones, así que me voy.
—Espero que la pases bien. Cuídate mucho.Salió mi vuelo, conecté los auriculares y me olvidé por un rato del mundo y de todo lo que me ocurría. Escuchar a Beret para mí daba paz, siempre me ha gustado su estilo y su música, aunque algunas de sus canciones me recordaban mi triste pasado.
Llegué a River of No Return Wilderness, lugar al que íbamos mis padres y yo cuando ellos estaban en vida. Era como una isla, la casa quedaba a orillas de la playa, cosa que a mi padre le encantaba para salir a pescar.
Hasta ahora no le he dado las llaves a nadie; sin embargo, al llegar me di cuenta de que las luces de la entrada estaban encendidas. Pensé que podía ser Jefferson, mi hermano, y recordé que me dijo que se iba con su novia Sacha a Cancún por una semana para luego regresar aquí a la casa. Entré con mucho cuidado y con un poco de miedo. Al entrar vi a un joven sentado en un banco de mi casa. Alcé mi chaleco dejando a la vista mi revólver.
— ¡Se puede saber quién carajos eres!
—Qué malos modales, primita.—dijo el extraño mirándome y sonriendo pícaramente.
—No me vas a responder—dije apuntandole con mi arma.
—Soy Myke, el hijo de tu tía Samantha.
— Ah, porque eres Myke. ¿Se puede saber quién carajos te dio las llaves de mi casa? La verdad no te creo que seas primo mío ni mucho menos. Puedo llamar a la policía.
—Qué aburrida eres, primita. Mi mamá tenía una copia de las llaves de la casa y me las dio porque tuve un problema con mi papá y tuve que salir de casa.
—El caso es que no entiendo nada. Finjamos que te creo, perfecto. ¿Y cuánto piensas quedarte?
—¿Te molesto?
— La verdad, sí. Mi hermano viene en estos días con la novia.
—A mí qué me importa tu hermano. Si salgo de aquí, ¿a dónde me voy a ir? Rachelle, mi papá me quiere matar. Desde que perdió el dinero, no ha sido el mismo. Está muy violento. Salí de mi casa con miedo de que le hiciera algo a mi mamá.
—Quédate cuanto tengas que quedarte total, la dueña de la casa soy yo, no mi hermano. Sube ,en el ala sur hay unos cuartos vacíos, alójate en uno de ellos.Suena el teléfono de Rachelle.
Mensaje de Leonard: Te extraño.
Los ojos se le llenaron de lágrimas. Agarré mi maleta y subí, tirándome de cara a la cama comenzé a llorar. El día se tornaba lluvioso, era un día de completa tristeza. Parece que el querer olvidar iba a ser un poco difícil.