El tiempo movió sus manecillas sin interrupción alguna. Transformando los días en semanas y las semanas en meses, haciendo que ya sea poco más de un año desde que se supo el verdadero paradero del Gran visir Ibrahim Pasha.
A pesar de la rigurosa búsqueda que el Sultán ordenó que se realizara en todo el Imperio Otomano, ninguna pista logró guiarlo hacia esa persona que tanto deseaba encontrar.
Ni siquiera la familia que Ibrahim dejó tristemente atrás, supo brindar información útil que revele su ubicación, teniendo estos incluso menos información que la que ya poseía el mismo Sultán.
No faltaron los murmullos y opiniones de los ciudadanos, que con tanto esmero intentaban dar respuesta a la interrogante del motivo que llevó al Pasha a la fuga, y que a causa de eso el Sultán permanezca firmemente decidido en su objetivo por encontrarle. A tal grado, que hizo mover a todo el Imperio, ordenando que, tanto soldados como civiles, emprendan una rigurosa búsqueda que envuelve a todos los que están bajo el manto de Allah, guiador de los ideales del sultán Suleimán.
"Seguro que el Gran Visir le ha robado una gran fortuna al Sultán", "Es obvio que se estuvo involucrando con el harem del sultán Suleimán a sus espaldas", "Posiblemente Ibrahim se manchó las manos con sangre de la dinastía, de lo contrario, ¿A qué se debería una búsqueda tan inmensa?", "Ya sabíamos nosotros que tener un kafir (infiel) en la corte traería problemas". Esas son algunos de los rumores que se transmitían de boca en boca, pero al final de cuentas, nadie más que el sultán Suleimán tenía la respuesta a todas esas dudas.
A pesar de contar con la compañía de su familia, la madre Sultana, Hatice la hermana menor, sus hijos y su concubina favorita, Hurrem, quien recientemente le dio la noticia de que estaba embarazada, su corazón seguía dormido. Como si la ausencia de su leal confidente lo hubiera condenado a caer en un profundo sueño, del que ni la hermosa mujer que una vez llenó de calidez su corazón pudiera ahora devolverle su fervor.
Noche tras noche, el regente de la gran monarquía custodia el manto estelar, permitiendo que la inspiración de constantes poemas y dudas tomen vida, en base a esa persona que se instaló en su mente sin repudio.
-Ibrahim -dice en un murmullo llevado por el viento-. Desapareciste de mi lado y borraste todo rastro que me permitiera encontrarte. ¿En dónde has logrado esconderte por tanto tiempo? -Arruga un pedazo de papel entre sus manos-. (Te las arreglaste para borrar cualquier indicio que me revelara tu paradero, ¿cómo lo hiciste?).
Uno de los tantos poemas que le escribió al Visir, fue arrojado al suelo, así como tantos otros que jamás llegaron a su correspondiente destinatario.
Entre los recuerdos que regresan a la mente del agobiado soberano, se presenta uno en particular, que parece responder una de sus muchas preguntas: ¿Desde cuándo comenzó todo?
El recuerdo en cuestión, se remonta a una de las campañas pasadas junto a su fiel compañero en aquel entonces. Bajo el manto de la noche, cuando las tropas se encontraban descansando en la claridad generada por las múltiples fogatas dispersas en el campamento. Siendo una de ellas testigo de las acciones de Ibrahim, quien sumergido en sus pensamientos, daba vida al papel entre sus manos con cada trazo de su pluma en forma de palabras. Escribiendo algo que de seguro deseaba mantener en total anonimato. Pues en cuanto se percató de la presencia silenciosa del Sultán a sus espaldas, aquellas hojas anteriormente tratadas con delicadeza, fueron arrojadas de inmediato a las llamas ardientes que acabaron con cada palabra en ellas, sin dejar rastro.
Tras volver a repasar el pasado, solo puede deducir que el halconero venía ocultándole la esencia de su sentir desde ya mucho tiempo atrás.
¿Cuántas innumerables veces le habrá causado daño sin notarlo? Pues no hay nada más doloroso que sufrir por los sentimientos heridos, provocado por la persona a la que el alma anhela. Y por la que la vida se empeñará en anhelar su preciado afecto, por más que en ello no radique ni una pizca de esperanza.
El remordimiento se niega a abandonar el corazón de Suleimán, sin importar que los días sigan avanzando, ese sentimiento cada vez parece alojarse de forma irrevocable. Añorando el retorno de su fiel confidente, la única persona de la cual, puede obtener todas las respuestas que torpemente persigue sin éxito aparente.-¿Al menos podrías darme una pista de sí aún estás con vida? Oh Allah, por favor dame algún indicio de que sigue ahí afuera, escondido en alguna parte.
Al igual que en muchas noches anteriores, el viento del Bósforo es lo único que responde a sus oraciones.
Al día siguiente, junto con los cálidos rayos del sol, al fin llegó una noticia que corresponde a las plegarias de Suleimán.
Un antiguo miembro de los jenízaros ya jubilado, Hasan Uthman, quien en su momento logró estar en la presencia del regente y de la persona cuyo nombre anda en boca de todos, ha informado de una persona poseedora de un gran parecido con Ibrahim.
-¿Estás seguro de lo que dices? -cuestiona con gran interés.
-Yo mismo lo vi con mis propios ojos, su majestad. A pesar de tener una parte del rostro cubierto, su parecido es innegable -dice el exsoldado cabizbajo-. Pero permítame recordarle, que la apariencia es el único semejante que esta persona posee con el Gran Visir. Aparte de eso, tanto su nombre como su origen son diferentes. -Trata de sonar lo más cordial posible mientras remarca sus palabras, para no provocar la ira de su Majestad.
Evitando con mucho esfuerzo que sus intenciones no sean malentendidas, con tal de no ilusionar sin una precisa certeza al gran regente. Un error como ese, sin duda le costaría la vida.
-¿Quién es este hombre del que hablas?
-Él es un maestro joven en un pequeño pueblo de Esmirna, su Majestad. Comenzó a dar clases en ese lugar no hace mucho tiempo, es muy elogiado por los residentes, además de ser conocido por ser un buen padre y protector, a pesar de no estar actualmente en un matrimonio.
-¿Tiene hijos? -Esas palabras salen con evidente desilusión-. (¿Podría tratarse de algún pariente? No, Ibrahim jamás mencionó algo parecido, pero talvez...).
-Así es, un niño específicamente. Algunos afirman que su esposa falleció al dar a luz, aunque también corre el rumor de que no es su hijo de sangre, mi Señor.
-¿Estás seguro de lo que dices?
-Son solo palabras que escuché de las personas, no podría confirmarlo, su Majestad.
Medita sobre esa nueva información que acaba de recibir.
-¿Cuál es su nombre?
-Se llama Iskander Öztürk, mi señor.
La nueva orden de su majestad no se hizo esperar. Ahora que se encontró una de las escasas pistas en concreto que señalen específicamente a un solo individuo, quiere comprobar personalmente que tan real puede llegar a ser su parecer.
-Guardias. -dos personas de roja vestimenta ingresan a la habitación-. Quiero que traigan ante mí a este tal Iskander Öztürk y a su hijo, de inmediato.
-Sí, su majestad.
El antiguo soldado da las indicaciones necesarias para que encuentren a Öztürk sin problemas.
Ya había recibido noticias similares, que en el pasado tampoco lograron guiar a los guardias para que puedan encontrar a Ibrahim. Aun así, el gobernante del imperio Otomano no dejará piedra sin voltear, en su continua búsqueda para encontrar a ese traidor que le abandonó sin su consentimiento.
¿Será que este hombre es tan semejante a Ibrahim Pasha como se lo describe? ¿Podría traer consigo una pista, al menos? ¿O será otra roca de las muchas en un sendero sin respuesta?
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Donde tú estés y no lo estés (Suleimán x Ibrahim)
Narrativa Storica(Fanfic basado la novela turca "El Sultán") Todo el imperio otomsno se encuentra envuelto en una rigurosa búsqueda impulsada por el Gran sultán Suleimán Kan. Con la finalidad de encontrar a una única persona, de quién no se logra encontrar ni el más...