No había razón por la cual tener pena, ya era mi mujer y si bien no habíamos sellado el trato oficialmente sabía que _____ ya no podía escapar de mi había probado ya el sabor de su cuerpo y la ternura de su piel, había devorado sus labios sin piedad y la había hecho mía sin descanso ¿Cómo pretendía ella que me alejara? Como podría irme.
Subí el camisón hasta la cadera de mi niña, deseaba verla desnuda de nuevo pero podía sentir su cuerpo temblar y no era de placer, tenía miedo, aun no se acostumbraba a sentir mis manos en su cuerpo con tanto deseo; quizás debería hacerla mía varias veces más, quizás toda la vida. Tenía los ojos cerrados como si no quisiera ver nada, los tenía muy apretados; saque el camisón por su cabeza deteniendo la vista en sus pezones duros y rosados que tanto me habían gustado ella tuvo un escalofrió, tan solo mi mirada la perturbaba; se tapo los senos.
“No los escondas, son hermosos” quite su brazo con cuidado y delicadeza y los tome entre mis manos sopesándolos con quietud, con el dedo índice acaricie cada uno de los duros pezones disfrutando del tacto ¿Esta mujer siempre había sido así de perfecta? Si siempre lo había sido pero yo no había tenido la delicadeza de fijarme, nunca me importo mirarla como mujer era la hermana que nuca tuve y a las hermanas no se les veía de esa manera, solo hasta ahora me daba la oportunidad de deleitarme con ella, solo lamentaba hacer sido un tonto tanto tiempo.
Su piel estaba enchinada y fría, la tome entre mis brazos y la lleve a la habitación, hacerlo en la cocina era demasiado vulgar con ____ deseaba que todo fuera perfecto, delicado y romántico; así como ella.
Subí las escaleras con cuidado para no caer, no dejaba de mirarla a los ojos esos ojos que tanto me fascinaban, ojos que encantaban. _____ tenía sus brazos abrazados a mi cuello, deposite un beso en sus labios tierno pero contundente.
“te voy a hacer mía, una y otra vez mi amor, hasta que ya no tengas miedo de mi de mi cuerpo y nuestro amor” ella solo abrió demasiado sus ojos, mis palabras iban mas allá de lo que ella pensaba, pero tenía que convencerla de que el amor que sentía hacia ella siempre había estado solo que no me había dado la oportunidad de decirlo, lo había escondido.
La recosté en la cama, su cabello se había esparcido como si estuviese bajo el agua y me miraba espantada, todo esto era nueva para ella; tan solo la noche anterior había sido su primera vez pero la había gozado eso lo sabía.
Coloque mis piernas a sus costados con el cuerpo encima de ella recargando mi peso en los codos, mi rostro cerca del de ella, mis labios rozando los suyos, su mirada clavada en mis ojos, su pecho subía y bajaba gracias a lo agitado de su respiración. “te amo” retire mi pantalón y dirigí mi miembro erguido a su feminidad húmeda y estrecha, mía.