[Capítulo 5] - El encuentro

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Dos años después

La carta de Lord Nesku era clara, debían encontrarse con el campamento de la princesa dentro de tres días, tenían que ser rápidos en sus movimientos porque la posibilidad de un ataque por parte de los guerrilleros de Radok era altamente probable.

Nergal arrugó el papel con rabia, de seguro ella estaba allí y tendría que soportar su compañía, sus miradas displicentes o en el peor de los casos su completa indiferencia, y eso era con lo único que no podía lidiar. Habían pasado dos años desde la última Fiesta de la Cosecha en que la vio, y ella, lo había ignorado tan estoicamente que creyó que todo el asunto entre ambos estaba completamente olvidado.

Pero verla en el campamento era inevitablemente distinto. Siempre había admirado su destreza con las armas, y la agilidad con la que se movía. Podía imaginarla enfundada en su armadura y debía reconocer que la visión le secaba la boca, después de todo no era sorprendente que la considerara hermosa.

Soltó un bufido y sacudió la cabeza para despejarse de esos pensamientos. Dio la orden y esa misma tarde comenzaron su marcha hacia el este, cerca el bosque azul, donde los esperaba el contingente de Trishava.

Durante los días de avance se repitió una y otra vez que aquello no era importante, que debía recordar las órdenes de su madre, descubrir a la princesa, seducirla y ganarse su afecto para llegar al trono de la nación humana. Debía hacerlo si quería aumentar su ejército para la próxima guerra... su madre y sus hermanos había sacrificado mucho por él, por su seguridad y ahora debía hacer su parte, ningún tonto afecto infantil lo distraería de eso.

Cuando al fin un contingente de bienvenida salió a su paso sintió un profundo alivio de que entre ellos no estuviera Astarté. El comandante Urukh le informó del estado del campamento y de los planes que tenían de moverse al sur, en la búsqueda de un remanso de behemot salvajes que pudieran proveerlos de alimento para celebrar la próxima Fiesta de la Cosecha.

Como siempre, la gente de Trishavá, en especial su nobleza, estaba tan acostumbrada a los lujos y a la seguridad de una capital nunca invadida que continuaban pensando que estaban en la corte y ante los informes de que planeaban atacarlos se habían limitado a asegurar que la princesa estuviera a salvo protegida por su guardia, una fuerza de élite con gran experiencia en el campo de batalla, que sin duda sería insuficiente si Radok decidía reunir sus fuerzas para un único ataque.

A juicio de Nergal el primer error fue dejar que la princesa eligiera entre una formación sacerdotal o una militar, el segundo había sido mantenerla en el ejército cuando las circunstancias habían cambiado desde una rebelión a una guerra civil.

Un grupo de nobles había intentado secuestrar al séquito completo de la princesa el año anterior, y habían fallado por los pelos gracias a la habilidad de cuatro miembros de la guardía real. El castigo a ellos y su familia fue inusitadamente cruel, dejándolos sin cabeza y reasignando sus tierras a miembros más fieles de la corte.

Incluso si la reina mostraba tanta despreocupación por su sucesora su tío debió intervenir en favor de la seguridad y de lo razonable. Pero era bien sabido que las Shesildes jamás acataban las órdenes de nadie y esperaban algo similar de sus princesas: independencia y autonomía.

Así que ahí estaba, cuidando que las descabelladas ideas de su prima no tuvieran consecuencias serias. Una prima que por cierto se negaba a dejarse ver y se ocultaba tras un séquito de copias.

Mientras avanzaban pudo distinguir como el bosque daba paso a un claro luminoso y brillante, en el que las carpas negras se extendían. Grupos de hombres y mujeres con y sin armaduras iban de un lado a otro cargando provisiones.

Hijos de las tinieblas y el caosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora