En el medio de la noche el observo como desfilaban el cuerpo sin vida, bajo la lluvia. Era una de las pocas costumbres de su puebla que jamás entendería.
Vio como los cabellos y el cuerpo fragil se su madre se empapaban de a poco entra llanto, gritos y cánticos.
Se respiraba un aroma entra muerte y tierra mojada que desprendía en el una sensación de soledad. Rodeado de familia el se sentía el más abandonado.
Por años fueron solo el y ella. Luego fueron tres, junto a su enfermedad. En su imaginación jugaban una apuesta, una competencia, por su alma. La enfermera salió vencedora, fue un limpio remate, no de llevó su alma, solo esparció lo suficiente para ser completamente parte de ella.
Hacia el final el ya no la podía reconocer.
Sus ojos se movían pero no parecía ver nada en particular o tal vez estaba mirando algo más allá. Algo que el no podría ver no importa cuántas veces intentará.
Para cuando todo termino, su familia la habia enterrado con sus propias manos, todos con tierra mojada debajo de las uñas se despidieron ella. El se despidió en silencio, lo único que quería recordar era sus manos cuando todavía estaban calientes y lo acariciaban diciéndole al oído que dónde sea que el estuviera ella seguiría ahí con el.
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