prólogo II

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El cielo se dibujaba encima de ellos con un color gris de toques azulados, Durante esta temporada, el aire de la ciudad se sentía fresco: no era muy seco ni tampoco tan húmedo, era simple pero necesario, como ellos cuando se encontraban juntos en un mismo escenario.

 Días más tarde, después de que la tormenta de problemas ya había terminado, solo quedaba una ligera llovizna sobre sus corazones, pequeñas gotas que no tenían tanta importancia.

A decir verdad, Jungkook y Jimin no eran el claro ejemplo de las almas gemelas, tampoco el prototipo de la relación perfecta que todos soñaban, para nada. Sin embargo, ambos le pusieron definición a lo que ellos dos crearon, porque una etiqueta le quedaba demasiado pequeña a lo suyo. 

Jimin soltó un suspiro, lamentándose al ver las siguientes acciones del chico.

- Si sigues así, te matara- indico en un tono severo, dejándole en claro que no le agrada la situación.

Jungkook lo miro de manera burlona, encogiéndose de hombros, restándole importancia a lo que dijo mientras sacaba del bolsillo de su chamarra la pequeña bolsa.

Era un grato compañero pero una destrucción a la vez. De eso el estaba completamente consciente, aunque realmente le importaba una reverenda mierda si eso le afectaba,

Jimin bufo rendido ante lo dicho por el peli negro, no entendía porque Jungkook seguía haciendo eso si sabia las repercusiones que traería consigo pero, pensándolo bien no entendía nada que viniese de él. Las palabras incógnitas lo definían demasiado bien para su comportamiento. La mente de algunos hombres, o quizás solo la él, era demasiado complicada de entender.

sin dejar el silencio el espacio entre los dos, Jimin volvió a recurrir al recurso paraverbal: 

- De acuerdo pero, al menos, ¿puedes evitarlo en frente de mí?

Se encontraba abrumado por todo. Y al decir por todo, no solo era por la gran escena que el peli negro le proporcionaba frente a él sino por aquello que esta ocurriendo a su alrededor. Si, también al cambio climático.

Jimin sabia que bien podría darse la vuelta e irse lejos de ahí, pero no quería hacerlo. En realidad, no podía dejarlo solo de nuevo; no ahora.

Él, al instante en que vio como los labios de Jungkook se separaban dándole paso a su lengua para lamerlos, se preparó ante cualquier mofa proveniente de él.

—Yo no te estoy reteniendo, te puedes marchar —masculló jocoso. Alejándose del peli castaño, se sentó sobre la acera de aquella calle vacía.

Jungkook abrió la bolsita, danzando su cabeza de un lado a otro y, sin rechistar o siquiera disimular, cogió una pequeña parte con aquel amuleto en forma de perico y esnifó el polvo. Jimin lo miró con un poco de duda y tristeza, recapituló lo que antes pensó y se volvió a preguntar si lo mejor era dejarlo solo y obtuvo el mismo resultado: no quería irse, quería quedarse y estar como hace unos minutos atrás, donde bromeaban sobre aquel apodo que a él le parecía tan ridículo.

Él irritado chico, tragando su dignidad y orgullo, dio una gran bocanada de aire y prefirió sentarse a su lado.

—He oído de ti últimamente por los pasillos del instituto —fue él quien esta vez rompió el silencio—. Eso es nuevo.

—¿Sobre mí? —cuestionó él peli castaño con una mirada inquietante y su ceño fruncido, dándole notoriamente que no entendía su confesión.

—Seh —chasqueó, al mismo tiempo que sacaba su cajetilla y cogía un cigarrillo.

Y aquí venía otra de sus tristes adicciones. Después de todo, Jungkook consumía muchas cosas, no le sorprendería que al día siguiente estuviera en la esquina de una calle inhalando thinner.

—Así que le has dado un buen golpe en la cara a Taemin —Jungkook le soltó, mirándole con diversión y esbozando una sonrisa, haciendo que su hoyuelo se remarcara y chocó su rodilla contra la de Jimin.

—Algo así —Jimin musitó un poco apenado por el tema de conversación—. Dicen que se ve más atractivo con él.

—Quizá —confesó, a la vez que se encogía de hombros. él menor frunció su nariz por ello.

—¿Debería sentirme mal? —interrogó, sin saber si lo que había hecho era correcto o no.

—No. —Él peli negro le sonrió de lado con una pizca de diversión, relamió sus labios y dejó salir un poco de aliento entre ellos—. Pero al menos ya entiendo por qué tu nombre resonaba por todos los pasillos nuevamente.

—Creen que soy patético. —Jimin rio sin ganas, porque estaba seguro de que así pensaban todos.

Ambos se quedaron en silencio durante un momento, hasta que Jungkook habló:

—¿Sabes? —Lo miró con dureza—. Deja que se rían de lo patético que creen que eres, al final de cuentas todos terminamos igual... —Dio una calada a su cigarro y dejó escapar el humo—, en un boulevard de los sueños rotos.

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