(Flor)
Desperté en la cama, envuelta en las sábanas. A mi lado, el lugar de Osiel estaba vacío, pero aún podía percibir su aroma, un recordatorio de la noche anterior. Me levanté lentamente, sintiéndome extraña, como si algo en mí hubiera cambiado. Un ligero mareo me invadió, pero no era desagradable, era más bien una sensación de ligereza, como si flotara.Mientras me estiraba, no pude evitar recordar la primera vez que Osiel y yo nos habíamos entregado el uno al otro. En aquel entonces, él estaba enfermo, con el cáncer carcomiendo su cuerpo, y tuve que ser cuidadosa, delicada, temiendo que cualquier movimiento en falso le causara dolor. Pero esta vez, todo fue diferente. Ahora Osiel era más fuerte, más poderoso, pero aún así, se tomó su tiempo, cuidándome con una ternura que me conmovió hasta las lágrimas.
- ¿Estás bien, Flor?- Su voz me sacó de mis pensamientos. Lo encontré de pie junto a la ventana, su silueta recortada contra el amanecer. Su espalda ancha y musculosa estaba tensa, como si estuviera absorto en sus pensamientos.
- Estoy bien- respondí, acercándome a él- Solo estaba recordando.
- ¿Recordando qué?- preguntó, girándose para mirarme. Sus ojos brillaban con una mezcla de curiosidad y preocupación.
- Nuestra primera vez- confesé, sintiendo cómo mis mejillas se calentaban - Y comparándola con la de anoche.
Osiel sonrió, una sonrisa suave y llena de amor.
- Espero que la de anoche haya sido mejor- dijo, su voz suave y preocupada.- Lo fue- admití, acercándome a él- Fue... diferente. Pero en el buen sentido.
- Quiero que me disculpes- dijo con voz preocupada
La disculpa de Osiel me tomó por sorpresa.
- ¿Por qué te disculpas?- le pregunté, confundida. Su voz sonaba triste, casi desesperada.- Por haberte lastimado- respondió, su mirada bajando al suelo. Me aseguré de que me mirara a los ojos cuando le dije
- No me has lastimado, Osiel. Estoy bien.Pero en lugar de aliviarlo, mi respuesta pareció inquietarlo aún más. Tomó mi mano y me condujo hasta el espejo del cuarto de hotel. Allí, bajo la luz brillante, vi lo que él veía. Moretones. Estaban por todas partes, en mis hombros, mis piernas, mis pechos, mi espalda. Marcas que habían sido dejadas por su fuerza sobrehumana.
- Lo siento, Flor- dijo Osiel, las lágrimas brillando en sus ojos. Su voz temblaba, y podía ver el remordimiento y la culpa en su rostro.
Le tomé la cara entre mis manos, obligándolo a mirarme.
- Osiel, no es tu culpa- le dije, tratando de transmitirle mi sinceridad a través de mis palabras y mi mirada- No sabías que esto pasaría. Y... y no duele. Estoy bien, te lo prometo.Pero en su mirada vi que mis palabras no eran suficientes para aliviar su culpa. Sabía que tendríamos que trabajar juntos para superar este obstáculo, y estaba dispuesta a hacer todo lo posible para ayudarlo a aceptar su nueva realidad.
- Flor, fue un error- dijo Osiel, su voz temblaba- No deberíamos haberlo hecho. No hasta que aprenda a controlar mi fuerza.
Las lágrimas rodaban por sus mejillas, y pude ver el dolor y la autorecriminación en sus ojos.
- Te amo, Flor, y me odio a mí mismo por haberte hecho esto.Ante sus palabras, lo único que pude hacer fue abrazarlo.
- Está bien, Osiel", le susurré, tratando de transmitirle mi apoyo y mi amor- Estoy bien.Pero él se apartó, sus ojos llenos de angustia.
- No, no lo estás- dijo, su voz llena de desesperación- Puedo verlo, tus huesos... están lastimados.Fue entonces cuando sentí el dolor. Como si una ola de agonía se hubiera aplazado hasta ese momento, de repente me golpeó con toda su fuerza. Mis huesos gritaban de dolor, y cada moretón se sentía como una quemadura. Me tambaleé, apoyándome en Osiel para no caer. Y en ese momento, supe que teníamos un problema muy serio que enfrentar.
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Abos: El camino a ser un súper
Ciencia FicciónEn un mundo donde la ciencia y la tecnología están alcanzando límites insospechados, surge una historia de heroísmo y sacrificio. Osiel, un joven que lucha contra el cáncer, se convierte en el protagonista de una trama que cambiará su destino y el d...