Capitulo 3 "Poder Oculto"

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Olía a humedad. El frío de la noche se enmascaraba con el ardiente fuego que crepitaba dentro de la chimenea. La roída madera conseguía aislar con precisión la estancia, y a lo lejos, frente al fuego, se encontraban dos figuras sentadas.

Shelena apretó los ojos, cansada. No quería levantarse, no quería moverse. Sentía que se encontraba tumbada sobre una agradable cama, mullida, y sobre todo muy familiar para ella. Las mantas que se encontraban encima de ella le daban un calor aún más agradable que el del fuego que ardía.

Llegado un momento, tras cerciorarse de que efectivamente estaba despierta, y no era un sueño, se atrevió a abrir los ojos. Su primera mirada fue a parar al techo de la pequeña pero acogedora cabaña, hecho de madera. Pintada sobre las tablas de madera que confeccionaban el techo, se encontraba la imagen de un Scrip. Pero no una imagen cualquiera, sino un mural sobre su anatomía, sus puntos débiles, la composición de sus cuchillas, su cuerpo, y especulaciones sobre el material del que estaba hecho el virus Radar. Escudriñó con más interés el techo. ¿Dónde estaba? ¿Quién podía tener pintado en su techo ese tipo de murales?

Fue en ese momento, cuando se concentró en la conversación que las dos personas estaban manteniendo.

-...sique justo cuando estábamos esperando a que se abriera el portal, aparece un gato y abre la bocaza ¡Increíble! Claro, y nosotros echamos a correr como dos desgraciados cuando vimos que daban las doce. Si no fuera por ti, ahora mismo Shelena sería picadillo de Scrips.

La otra persona rió. Una risa ronca y profunda. Parecía que provenía de una persona mayor, muy mayor. El olor fuerte de un puro inundó la estancia tras oírse el chasquido de un mechero. Un breve silencio se hizo en la estancia hasta que habló la otra voz.

-La verdad es que no os esperaba tan pronto- Exhaló el humo con lentitud-. ¿Shelena no te habló de mí en vuestros cortos interrogatorios?

El hombre soltó una profunda carcajada mientras volvía a darle otra calada a su puro. Will solo pudo sonreír un poco, incómodo.

-Me dijo que aquí podríamos contar con alguien que nos ayudara en nuestra búsqueda. Supongo que ese eres tú.

El hombre volvió a reír, y se oyó el rechinar de una silla, indicando que se había levantado. Unos pasos alertaron a Shelena de que se acercaba, y un rostro muy familiar se asomó en su campo de visión.

Él sonrió, llenando toda su cara de marcadas arrugas que no poseía cuando estaba serio. Era un hombre mayor, podría rondar los 60 años perfectamente, y su pelo se encontraba surcado de canas, con algunas evidencias de que en algún momento fue negro.

Una larga, blanca y espesa barba le caía en cascada por el pecho mientras éste la acariciaba pensativo, mientras seguía sonriendo.

-Shelena.

-Eros- Respondió ella a modo de saludo, aún confusa, preguntándose qué hacía aquí. Él le posó una mano en la frente tomando la temperatura. Luego la miró, preocupado.

-¿Recuerdas lo que pasó anoche?

Ella, aún desconcertada, negó lentamente con la cabeza. La sentía dolorida, hinchada y debido a ello se encontraba desorientada.

Un leve mareo se apoderaba de ella cada vez que intentaba realizar algún movimiento, por eso se quedó quieta, mirando al techo.

-Te diste un fuerte golpe contra el suelo cuando un Scrip te derribó. El chico había entrado primero, y presa del pánico vino pidiéndome ayuda. El portal se había cerrado, pero pudimos regresar.

Shelena miró al anciano sin entender. El portal se había cerrado. Entonces ¿Cómo era posible que hubieran podido volver y llevarla al Bosque de Oro?

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