Capítulo 3

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Narra Megan:

Estábamos listas para lanzarnos al agua con nuestros trajes de neopreno y bombonas de aire, ¡incluso habíamos visto algún delfín antes de saltar al agua!. Le pedimos a Capi que nos hiciera una foto con el mar de fondo. Justo cuando nos iba a hacer la foto, Capi gritó:

-¡Estamos acercándonos al monzón! ¡Hay que dar la vuelta y volver a la costa antes de que nos trague y no podamos salir!

-¡Nosotras hemos venido aquí desde muy lejos para que justo en el mejor momento nos tengamos que volver! ¡Así que de aquí no nos vamos hasta que no nademos con unos delfines! ¡Y nos da igual que diluvie! ¿Verdad Emma?- le pregunté a mi compañera que estaba muy enfadada con nuestro ''nuevo amigo'', al igual que yo.

-¡Sí! ¡Hemos sacrificado nuestros regalos de cumpleaños para poder venir aquí! ¡Desde el año pasado que supimos que habíamos ganado hemos ahorrado todo lo que nos daban nuestras familias! ¡Y ahora no vamos a dejar que un ''Don Nadie'' nos arruine el sueño de nuestra vida!- argumentó Emma.

-¡Vale, vale! Pero saber que si pasa algo es bajo vuestra responsabilidad- nos dijo Capi.

-Si, ya nos conocemos esa historia, ¿sabes que tenemos madres que nos lo repiten todos los días?- le dijo Emma.


Seguimos adentrándonos en el monzón. El barco comenzó a moverse y cada vez era más difícil para Capi controlar el barco. El agua empezaba a llenar la bodega y los tres estábamos completamente empapados.

-Señoritas se lo había avisado, ahora ya no hay vuelta atrás- nos recriminó Capi.

-Voy a llamar a mi madre para contarle lo que ha pasado- anuncié a mis dos acompañantes.

-Jajaja- se rió Capi- ni lo intente señorita, aquí en medio del mar no hay cobertura.

-Si-si-sin cobertura... ¡NOOOOOO!- gritó Emma.

-Tranquila Emma, saldremos de aquí, te lo aseguro- intenté tranquilizar a mi prima.

De repente algún animal marino empezó a rodear el barco.

-¡Señoritas son tiburones! Estoy feliz de haberlas conocido, ya nos veremos en otra vida- anunció Capi, que de repente se sumergió en el agua y fue engullido por los tiburones.

Yo y mi prima comencemos a gritar como unas niñas pequeñas.

Al rato los tiburones desaparecieron pero las aguas se empezaron a enfadar más.

Luchábamos por no caer al agua. Se veían muchos relámpagos y estábamos aterradas. Nuestros gritos se detuvieron cuando escuchamos, lo que nos pareció, un remolino de agua. Y acertamos de pleno. Intentamos luchar por girar el navío, pero lo único que conseguíamos era adentrarnos todavía más en el tornado de agua.

Estábamos aterradas, cuando una luz brilló en el cielo, alzamos nuestras cabezas y al segundo después nos sumergimos en el gran tornado de agua que nos llevaría a nuestro trágico final.


Continuará...

La isla Dizzley (Wattys 2016,  #oreosawards)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora