Capítulo 3: Blasfemia

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Lejos del quizá confortante abrazo de un ser querido o la inquietante pero usual habitación de hospital, el soldado abre los ojos para encontrarse aún en medio del campo de batalla; la pesadilla continua

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Lejos del quizá confortante abrazo de un ser querido o la inquietante pero usual habitación de hospital, el soldado abre los ojos para encontrarse aún en medio del campo de batalla; la pesadilla continua. Adolorido se levanta, un pitido en sus oídos le impide escuchar correctamente lo que sus compañeros dicen, pese aún a que se comunican a gritos entre ellos. 

Tambaleante logra incorporarse, encontrando a unos metros frente a un una marca de quemadura en el metal bajo sus pies. Una gran mancha oscura en el suelo como si una bomba hubiera explotado, junto a las siluetas oscuras de hombres en el suelo y paredes cercanas. La lucides entonces regresa como un balde de agua helada directo al rostro, trayendo consigo los últimos segundos de memoria previos a su caída a la inconsciencia. Juntos a otros soldados, nuestro protagonista disparaba a los cielos desde la cubierta de un destructor, en un fútil intento de derribar a las bestias que, como si de un viejo mito se tratase, buscaban destruir la civilización. 

Él estaba tras una de las metralletas pesadas instaladas en el barco, disparando hacía los destellos amarillos y rojos que iluminaban la tormenta. Fue entonces que un rayo de intenso dorado impacto al navío no muy lejos de el, provocando una explosión que desintegro a los pobres diablos que estaban cerca y golpeo con fuerza al resto de tripulante. Por suerte o desgracia el estaba la suficientemente lejos como para no ser consumido por la energía de otro mundo y su posición lo salvo de salir disparado a las salvajes aguas que inundaban Washington D.C.

Woods observo las siluetas de lo que hasta hace poco fueran personas, con vidas, metas y familias, asesinados en un segundo por una fuerza verdaderamente maligna. Los cielos se iluminaron cuando el tricéfalo ser desato su poder contra las aeronaves que lo atosigaban y el soldado no pudo hacer más que observarlo con rabia, apretando los puños por impotencia.

La bestia dorada por si sola escapaba a las capacidades militares de la humanidad y sus lacayos, aunque no tan poderosos per se, compartían una resistencia bastante similar.

—¡Objetivo a Babor!— la tormenta y el rugir de las bestias opacan los gritos de los soldados e incluso los disparos, truenos y explosiones eran difíciles de escuchar por momentos. No fue hasta escuchar por megafonía que se puso alerta, volteando para encontrar a una de las bestias bajo comando del dragón, una monumental araña con tentáculos en el rostro, que no muy lejos enfrentaba a un par de navíos con sus largas patas, mientras sostenía la mitad de un barco destruido con los tentáculos, solo para arrojarlo al aire para derribar algunos de los jets que le disparaban. Las bestias en el aire eran difíciles de seguir para los barcos por lo que el navío de Woods desvió su fuego en contra del titan terrestre. Los cañones rugieron con la furia de la humanidad y la criatura tambaleo al ser golpeada en sus relativamente delgadas patas. 

 

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