Say yes to me

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La limusina frenó. Ambas salieron del vehículo luego de que Vaggie dejara que Charlie tomara la delantera. Entonces, la mujer de cabellos plateados le tomó la mano a su novia, haciendo que la observara algo nerviosa por esa clase de demostración en público.

Su padre, Lucifer, aún no estaba al tanto de su relación. La princesa se alejó de la realeza desde que inició su proyecto. No tenía vínculos estrechos con la mayoría de los demonios de alto rango pero, aún así, estar en el centro de los barrios cerrados dónde ángeles caídos ancestrales convivían como si se tratara de una sociedad medieval, era francamente intimidante. No por su propia presencia, sino porque temía que quisieran dañar a Vaggie por no ser parte de ese mundo.

—Sé que es la primera vez que saldremos como pareja a la vista de todos estos sujetos. No te preocupes, cariño —entrelazó sus dedos con los de la princesa, quien se calmó de un segundo a otro al solo recordar que Vaggie siempre se encargaba de traerle paz.

Las personas no las miraban de forma extraña en las calles limpias y lujosas, no al principio. Algunos demonios giraban a verlas, pero seguían su camino ya que a pesar de que Charlie era la hija de Lucifer, nunca solía llamar la atención o ser particularmente el centro frente a los demonios de alta clase.

La rubia observó de reojo a Vaggie mientras caminaban por la vereda, esbozó una sonrisa más relajada y comprendió que el terreno era seguro en esos momentos.

—No he salido con mujeres antes. Las personas que me reconocen parecen escandalizarse, vaya tontería —la princesa era consciente de su situación. Pero nada le importaba, ya que nunca había amado de esa manera antes. Quería experimentar la libertad de no ser juzgada por nadie aunque fuera al menos un día, la libertad que cualquier pareja común de seguro podía sentir con habitualidad.

Algunas miradas fueron más groseras y eso alarmó a Vagatha. Bajo la vista de los demonios, Vaggie era solo una pecadora que estaba al lado de una princesa. Para sus adentros, la chica pensó que si tan solo supieran que era un ángel que cayó, sus gestos de desagrado serían aún más horribles. Ella aún no se lo decía a Charlie, temía que su precioso semblante que siempre le reflejaba amor se extinguiera. De verdad tenía miedo de su reacción. Y si de por sí, que una pecadora y una demonio de sangre azul estuvieran juntas era algo mal visto, ¿qué cosas terribles dirían si supieran que era un ángel?

Charlie sacó de sus pensamientos a su novia, le tomó el rostro con sus manos y se le acercó peligrosamente a los labios. Vaggie retrocedió, sonrojándose por el hecho de no acostumbrarse a estar en frente de personas y demostrar afecto ante todos ellos. Quería cuidar a su novia, y que no fuera juzgada o criticada por estar con alguien como ella.

—Vaggie, ahora puedo ver que este no es un sitio peligroso. Y aunque fuesemos el centro del infierno en este instante, jamás me importaría que me vieran contigo. Quiero demostrar todo lo que siento, no puedo dejar de amarte —la manera en como Charlie le dijo aquello, llena de luz y deseos inocentes y preciosos, hizo que Vaggie se conmoviera por lo cálido que se sentía estar a su lado.

—También te amo. Solo pienso en protegerte todo el tiempo —la chica acarició la mejilla de la rubia, depositó un tierno beso en sus labios y quiso disfrutar de esa cercanía que tanto le sanaba el corazón. Charlie emitió una risita traviesa, porque Vaggie la llenaba de ternura ante sus muestras de afecto.

—No te tomes en serio las miradas de los demonios de alrededor. Ellos deben imaginar que debería estar con un hombre, tuve un compromiso arreglado cuando era más joven y no resultó bien —se lamentó la princesa al suspirar agotada al recordarlo—. Eres la única que ha hecho que me enamore de verdad. Y has hecho que descubra mucho sobre mi misma.

—Quiero compartir el resto de mi vida contigo —le aseguró Vaggie sin titubear, tomando sus dos manos y quedando frente a ella—. Sé que podemos encontrar el modo de que los pecadores puedan llegar al Paraíso. Pero aunque eso suceda, siempre elegiré quedarme aquí. Este es mi hogar mientras estemos juntas.

Charlie amplió sus ojos rojos,  atónita por sus palabras y sintiendo como su corazón latía fuertemente dentro de su pecho. Ella a veces poseía la fragilidad de una niña pequeña y también podía crearse ilusiones como una. Escuchar tales palabras de su pareja había hecho que las sensaciones que sentía se revolucionaran. Era una sensación tan intensa y pasional a la vez.

Ella veía detrás de la dureza de Vaggie, de la mujer que siempre le colocaba los pies en la tierra. No solo su parte superficial, sino también a través de las capas que siempre utilizaba para protegerse del mundo, que se habían vuelto muy vulnerables desde que eran novias.

Por eso, al escucharla decir esas palabras, se había sentido tan ilusionada y feliz de que fueran verdaderas y honestas. Siempre pensó que Vaggie querría marcharse al Paraíso si su objetivo se cumplía, porque cualquier lugar sería mejor que el infierno para un pecador. Y no podía detenerla, no podía evitar que se separaran aunque doliera. Que le dijera que quería quedarse con ella la dejaba sin palabras.

Charlie suavizó un poco su mirada con una tímida sonrisa, cruzó sus ojos rojos con los de Vaggie una vez más y sonrió embelesada.

—No me avergüenza decir... que si nuestros caminos se cruzaron, fue por algo —le dijo Vaggie con una sonrisa calmada, mientras sus cabellos se movían con la brisa—. Más allá de todos los problemas que atravesamos, estoy segura de que eres la mujer que debe permanecer en mi vida para siempre.

La princesa sintió esa serenidad con toda la felicidad del momento que estaba experimentando. No muchas personas tenían la dicha de pasar momentos con el amor de su vida y ella debía ser agradecida por estar haciéndolo.

La besó, con efusividad, deseo y amor. Enredó sus dedos entre sus cabellos, se aferró a ella y le importó un bledo el resto del mundo.

Esa era su forma de agradecerle, tal vez era simple, pero quería transmitirle sus más sinceras emociones. Vaggie, conmovida por sus acciones y por el calor de sus labios, correspondió con entusiasmo. Al separarse, apreció su sonrisa única a irremplazable, la cual cuidaba como si fuera su tesoro.

La mujer de cabellos plateados quiso dominarla, le devolvió el beso con mucha más práctica. Sujetó el mentón de su princesa y depositó sus labios contra los suyos sin poder resistirlo más, sin temor de mancharse con su labial oscuro. La sujetó de las caderas, la apretó fuerte y la apegó a su pecho.

Los labios de Charlie eran suaves y pequeños, dulces. Se separó de ellos, viendo la expresión de deseo que colocaba la rubia al momento de largar un pequeño jadeo de inconformidad, ya que quería que el beso fuera mucho más largo que ese simple contacto. Su respiración se había acelerado. Charlie bajó la mirada, sonrojada ante su comprometida situación.

—Este paseo ya no tiene sentido, porque quiero volver a casa y tenerte solo para mí —le ronroneó la más baja a su novia sin dejar de sostener su cintura y haciendo temblar a su pareja.

Charlotte se rio con sus mismas intenciones, se mordió los labios con esa clase de deseo y le rodeó los hombros con ambos brazos. Unió su frente con la de Vaggie, sus ojos se volvieron rojos y fogosos. Quería entregarse a ella, porque la adoraba más que a nadie.

Say yes to heaven | Chaggie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora