CINCUENTA Y NUEVE

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Léa Malfoy

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Cindy y yo habíamos descansado durante todo el día y en unas horas nos veríamos con Anne, Brandon y Albus en un bar muggle que era muy conocido en Londres.

Habíamos llegado el día anterior por la tarde y Anne y yo habíamos quedado exhaustas del viaje, por lo que la noche anterior nos habíamos retirado temprano del salón y nos marchamos a mi antigua habitación, sin medir palabras dormimos el resto de la noche y parte del día siguiente.

Una extraña sensación me invadía el cuerpo, estar de nuevo en aquella habitación me traía muchos recuerdos que se sentían muy lejanos, como si hubiesen ocurrido hace una eternidad.

Me miraba al espejo y ya no encontraba a aquella Léa de pelo corto y rebelde. Ahora lo tenía más largo y con el tiempo había tendido a perder aquellas ligeras ondas. Había dejado de usar prendas oscuras y cortas, ahora optaba más por las prendas de distintos colores, camisas de botones, pantalones que ya no quedaban pegados a mi piel, sino más sueltos y anchos. Siempre había pensado que la ropa hacía mi atractivo, llevar escotes y prendas ceñidas era lo único que podía realzar mi cuerpo, porque sino, nadie vería nada más en mi. Pero no era así, me sentía mucho más cómoda y segura usando cosas que nunca me atreví a usar solo por el hecho de perder aquella faceta atractiva que tanto me caracterizaba. Había perdido el miedo a un montón de cosas que nunca hacía solo por guardar aquella apariencia asociada y digna de un Malfoy. Le había perdido el respeto a ese lado de mi misma que tan poco me gustaba y que siempre me forcé a ser, y comencé a ser más yo, haciendo lo que realmente quería sin pensar en las consecuencias de lo que pensarían o hablarían los demás.

Ya no era solo la apariencia que no veía igual en mi. Había algo más y es que para mi los ojos lo dicen todo, una mirada es capaz de decirnos todo eso que la boca no sabe expresar.
Hay veces que aunque ves a una persona que sigue siendo igual físicamente, le miras a los ojos y te das cuenta de que esa persona no sigue siendo la misma de antes, hay algo diferente en su interior que ha cambiado y su mirada lo refleja.

Los ojos son el espejo del alma

Siempre se ha dicho y yo siempre lo he creído. Ahora más que nunca, a través del reflejo de mis ojos podía ver que ya no era la misma Léa que hacía tres años y me sentía orgullosa, porque eso significa que había evolucionado.

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Era uno de esos días que las calles de Londres estaban muy transitadas y tenias que ir esquivando a las personas.
Cindy y yo habíamos decidido prepararnos y salir antes de la cena con los chicos para recorrer la ciudad. Tuve que tirar del brazo de Cindy que estuvo a punto de cruzar la calle sin darse cuenta de que el semáforo estaba en rojo. La azabache iba absorta en los edificios y las tiendas, sin parar de parlotear y comentar todo lo que veía. Ella era de las afueras de Inglaterra y se fue de aquí cuando apenas tenía dos años, si había visitado Londres ni siquiera podía tratar de recordarlo.

—En Francia son excesivos con el cruasán y aquí lo son con el té— comentó viendo a la gran cantidad de personas que tomaban el té en las terrazas.

—Yo no era consciente de eso hasta ahora— admití, Cindy me miró divertida y yo me limité a sonreír.

—¿A qué hora debemos estar en el restaurante?— preguntó y después le dio un sorbo al batido helado que se había pedido en un pequeño local andante.

—Primero nos reuniremos todos en Brick Lane y después iremos a cenar.

Seguimos caminando y nos paramos en el transitado puente de piedra, por dónde debajo pasaba el rio Támesis, que al estar en verano iba más escaso de agua. Por detrás del Big Ben y de los imponentes y elegantes edificios se podía ver el atardecer, y los tonos anaranjados y amarillentos que se mezclaban en el cielo hacían una vista de Londres preciosa.

—Es bonito– comentó Cindy con su mirada pues en las vistas que teníamos delante, jugaba con la pajita de su batido —Intuyo que lo habrás echado de menos.

—Al principio, demasiado– reconocí y no me quise detener mucho en aquellos recuerdos que tanto escocían al revivir en mi mente —Aunque la vida en Francia me ha dado algo que no pude conseguir aquí en mucho tiempo.

Una ligera brisa veraniega nos agitó ligeramente el pelo a ambas. Ella acomodó sus gafas antes de hablar. —¿Te quedarás aquí?

Lo pensé por un momento, de hecho, muchas veces pensé en la idea de volver. —Solo el tiempo que sea necesario hasta que Scorpius y Jessie se estabilicen y no necesiten mi ayuda, y papá y Regina hayan terminado con las reformas en la mansión, ya has podido ver que todo está un poco patas arriba...

—Todos van a comenzar de nuevo su vida aquí y aún no me has dicho que decisión vas a tomar tú— su tono era tranquilo, no me presionaba a darle una respuesta.

—De hecho– giré mi cabeza a un lado para mirarla, ella hizo lo mismo —Tomé la decisión hace unas semanas, y la Villa en Francia ya está a mi nombre por lo que es de mi propiedad— sonreí al darle la noticia y Cindy abrió su boca con sorpresa.

—¡No me lo puedo creer, ya tienes tu propia casa!— se lanzó hacia mi, apretándome entre sus brazos.

—Si, si...– cerré los ojos por un momento, después retrocedimos pero sus manos tomaron mis mejillas —Estoy consiguiendo poco a poco la estabilidad que deseo.

—Y no sabes cuanto me alegro— respondió con una amplia sonrisa y después le dio un apretón a mis mejillas.

...

Poco después estábamos en Brick Lane, acercándonos al parque donde íbamos a reunirnos con el resto.
Pude ver unas siluetas familiares a lo lejos. Una morena de pelo largo y radiante sonrisa tocaba la barriga de Jess, que estaba comenzando a tener un poco más de volumen.
Brandon trataba de tocarle el pelo a Scorpius y este se negaba mientras apartaba los brazos del moreno. Albus a un lado miraba la escena divertido y comentaba algo que no podía escuchar, aunque su risa era audible desde aquella distancia.

Todos se veían tan distintos, con aquellas prendas formales y esos rostros ya no tan adolescentes.

Me acerqué y fui acelerando el paso, sus miradas se fueron dirigiendo en nuestra dirección y de un momento a otro me encontraba corriendo, Anne ya tenía abiertos sus brazos y ambas nos rodeamos con nuestros brazos con tanta fuerza que casi caímos al suelo. Después sentí otro par de brazos por detrás de mi, reconocí sin duda el perfume de Albus y tras Anne asomó la cabeza de Brandon, soltó un comentario burlón y después se unió al abrazo.

Y en ese momento me di cuenta de que hay cosas que nunca cambian, por mucho tiempo que pase.

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<3

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Con mucho amor, Benny 💌

ᴍᴇʟɪꜰʟᴜᴏ~ ʜᴇʀᴍɪᴏɴᴇ ɢʀᴀɴɢᴇʀ (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora