—¡Ahí viene tu maleta! —me avisó Juan y corrí por ella; veníamos de regreso del viaje a España.
—¡Por fin! —teníamos un buen rato esperando
Todo había sido una puta locura, todavía me pellizcaba los brazos para saber si no estaba soñando o en un coma ya sin piernas. Tenía mi propio equipo de fútbol: PÍO FC, en honor a mi comunidad. Había conocido a Piqué en persona, hablé con Casillas y El Kun; Ibai me había hecho el año, ¡No! ¡La vida! Y lo mejor, Torrado aceptó ser mi director técnico, lo poco o lo mucho que pudiera estar en el equipo, era increíble, todo era demasiado para mi pequeña mente.
Subimos al coche de Juan, él me iba a dar el ray a mi casa. Ambos veníamos al pedo, pues el viaje fue tan pinche largo que estábamos muy puteados todavía, además nos habíamos chingado unos mojitos, que la neta ya ni tenían alcohol, pero por si las moscas, tratabamos de fijarnos en el camino porque no queríamos chocar, ni nada por el estilo. Llegamos a la entrada del edificio y bajé del coche.
—¿Estás seguro que no te quieres echar un sueñito en mi casa? Andamos bien cansados y vienes solo, güey —Juan se negó.
—No te preocupes, Rivers, vengo bien. Te aviso cuando llegue ¿va?
—¡Pero me avisas, eh! ¡Voy a estar al pendiente! —lo señalé desde afuera, él se despidió con la mano y arrancó el coche.
Miré mi edificio y suspiré, había regresado a la realidad. Ya con mi cuenta de banco quebrada pero con un chingo de planes a futuro, entré a paso firme al lobby y Juan, el portero, me habló, haciéndome tambalear del susto.
—Perdone señorita, es que tiene unos paquetes en su buzón. Esta vez se fue varios días.
—Sí, me la quise echar larga jajaja... dejo mi maletota y bajo ¿okey?
—Claro, señorita, buen día.
—Buen día, Juan —sonreí y caminé al elevador. Arroncé mis cosas en la sala, y me tiré al sillón, el cansancio me tenía toda puteada, tanto que me dormí sin darme cuenta.
Desperté muchas horas después, con el cuello todo torcido pero ya descansada, me estiré con todas mis fuerzas y recordé a Juan. Revisé mi teléfono y él ya estaba en su casa, bien. Recordé al otro Juan ¡Chin! No bajé por mi paquete. Revisé la hora y ya eran las seis y cacho ¡No manches, qué vergüenza! Me tomé un vasito de agua, me medio enjuagué la cara en el fregadero y bajé por las cosas.
—Señor Juan, disculpe, es que me quedé bien dormida.
—Ah, señorita, no se preocupe, de todos modos todavía no termina mi turno, pásele.
Entré a los compartimentos del buzón, saqué mi llave del locker y al abrir la puerta ví tres cajotas. Me dió hueva solo pensar en subir y bajar todo, revisé la estampita para ver de dónde venían las cosas y noté que una era para Osvaldo... ¡Puta madre! Tenía semanas sin hablar con él, no tenía ganas de verlo, pero este era su paquete, debía llevárselo.
—¡Ay no! —dije en voz alta.
—¿Qué pasó, señorita?
—Esta caja es de Osvaldo ¿cuándo llegaron aquí?
—Creo que al día siguiente de que se fue —Chale, ya tenían días aquí, Osvaldo rara vez revisaba su correo, tenía que avisarle o no lo iba a ver nunca.
—Oye... Juan ¿crees que puedas prestarme su llave, como la ves pasada? —el señor se lo pensó por un rato.
—Ijole señorita, es que... ya casi acaba mi turno y necesito esa llave cuando llegue Pedro, ese señor es bien serio, si se da cuenta, no sabe la que me espera.
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Astromelia | Rivers x ElMariana
Fiksi PenggemarQuintral, se enamora de Amancay; ambos se corresponden pero ninguno lo sabe. Cuando una epidemia azota su tribu, él enferma de gravedad. Buscando la cura, Amancay escala una montaña para obtener una flor especial. Un cóndor le exige su corazón como...