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—Estás súper feliz hoy ¿Qué hay de nuevo?

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—Estás súper feliz hoy ¿Qué hay de nuevo?

Miro a Enzo con el entrecejo fruncido y hago una mueca de duda. Él toma asiento enfrente de mí y apoya su cabeza en sus manos con una expresión de duda que me inquieta un poco, porque no la entiendo.

—Estoy igual que siempre ¿Por qué crees que estoy súper feliz? —cuestiono y le doy un sorbo a mí taza de chocolate caliente.

—Hoy nos saludaste a todos con un abrazo más largo de lo normal y no es que eso este mal, pero vos casi nunca das abrazos largos porque te terminas incomodando un poco —empieza hablar con cuidado, como si no quisiera que lo malinterpretara—. Además, nos preparaste chocolate caliente a todos y no dejas de mirar la hora.

Arqueo una ceja en respuesta. Si hay alguien igual o más analítico que yo, es Enzo. Él, al igual que yo, no habla mucho, pero está atento a todos los detalles y cuando dice algo es porque ordeno sus ideas previamente y está muy seguro de lo que va a decir.

—¿No puedo demostrarle amor a mis amigos? Yo soy muy cariñoso a veces —inquiero porque no estoy muy seguro de querer darle la razón, aunque la tenga, porque sí, estoy muy feliz.

Invité a salir a Juli a la tarde y no puedo dejar de sonreír.

—Estoy seguro de que hay algo dando vueltas en esa cabecita tuya —insiste—. Creo que es...

Sus palabras quedan en el aire cuando desvío mí mirada de sus ojos porque alguien más se roba toda mí atención.

—Estoy muy estresada —Juli, se sienta a mí lado, pone una pequeña taza en la mesa y deja caer su cabeza en la mesa del comedor. Su cabello castaño y abundante le cubre toda la cara, impidiéndome ver su rostro y la posible expresión de cansancio que debe tener ahora.

—¿Qué pasó, Juli? —preguntamos Enzo y yo al mismo tiempo y eso provoca que nos quedemos mirando unos segundos. Se ha vuelto costumbre decir ciertas cosas al mismo tiempo junto a los chicos.

—No imaginaba que trabajar junto a otra persona en hacer meriendas iba a ser tan difícil —comenta sin alzar la cabeza—. No se imaginan lo pesado que es el pibe de allá, se la pasa tirando chamuyos raros y si lo miro feo se molesta, nada le gusta, todo le estresa, nadie lo quiere. Un boludo total es Sebastián.

Hago una mueca al oír sus palabras y hasta se me quitan las ganas de seguir haciendo preguntas.

No me suelen caer mal muchas personas, porque genuinamente no me interesa gastar tiempo viendo a gente ser boluda, pero ese pibe tiene algo que me da horror visual, auditivo y de todos los tipos.

Intente decirle a Juliana que era una mala idea trabajar con él, por sus segundas intenciones, y no con Tamara, una mina super amigable, pero ella prefirió irse con el boludo ese porque siempre estaba solo.

—Hubieras pedido opiniones antes de aceptar —opino, intentando no sonar irritado, Enzo me mira de reojo y se ríe, pero igual asiente.

—¿Si les hubiera pedido su opinión que hubieran dicho?

𝐋𝐈𝐍𝐄 𝐖𝐈𝐓𝐇𝐎𝐔𝐓 𝐀 𝐇𝐎𝐎𝐊 - Rafael Federman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora