El oscuro corazón de la reina (Daemyra) (Dark Rhaenyra)

Capítulo XXII

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Besos y abrazos

Rhaenyra irrumpió en el salón del trono con un aire de impaciencia que se podía sentir en el aire. Sin detenerse a ocupar su propio asiento, deambulaba de un lado a otro con pasos rápidos y decididos, impaciente y molesta, decidida a hacer justicia rápidamente. 

La tensión se palpaba en el ambiente mientras los nobles y sus familias comenzaban a llegar al salón, confundidos por la inesperada convocatoria de la reina.

Los murmuros de preocupación se extendían entre los presentes, quienes observaban con cautela los gestos airados de su monarca. La reputación de Rhaenyra como una gobernante temible y decidida precedía su llegada, y la manifestación visible de su ira solo alimentaba el temor en el corazón de aquellos que tenían el privilegio de servirla.

Nadie se atrevía a cuestionar el motivo de la convocatoria. La sola presencia de la reina, envuelta en un aura de furia contenida, era suficiente para infundir temor en los corazones más valientes. El motivo de su ira permanecía oculto, pero la certeza de que algo grave había sucedido se reflejaba en los rostros preocupados de los presentes. En ese momento, la audiencia de lores y sus familias comprendió que cualquier intento de desafiar a la reina sería un acto de insensatez que podría tener consecuencias catastróficas.

La entrada tumultuosa de Criston Cole y la guardia real arrastrando a Vaemond Velaryon resonó en el silencioso salón del trono, interrumpiendo los murmuros de la audiencia reunida. Los gritos de protesta y las acusaciones de injusticia escapaban de los labios de Vaemond mientras era forzado hacia adelante, luchando contra la fuerza de los guardias que lo mantenían sometido.

Con un estruendo metálico, el cuerpo de Vaemond fue arrojado al suelo frente a la reina, su figura yacía postrada ante ella en una posición de sumisión forzada. Antes de que tuviera la oportunidad de levantarse, un contundente golpe del canto de la espada de Criston Cole lo obligó a permanecer en esa posición, postrado y arrodillado frente a la monarca.

El sonido del golpe resonó en el salón, un eco de la implacable autoridad de la reina y su mano derecha, manifestándose en la figura de Criston Cole. La guardia real rodeaba a Vaemond, imponiendo su presencia intimidante y asegurando que ningún gesto de resistencia fuera tolerado.

El silencio se apoderó del salón, interrumpido solo por la respiración agitada de Vaemond y los murmullos nerviosos de los presentes, quienes observaban la escena con temor y expectación. 

La mirada furiosa de la reina se posó sobre Vaemond Velaryon, su rostro impregnado de odio y desdén hacia aquel que ahora se postraba ante ella. 

- ¿A qué se debe esto? ¿De qué manera le he fallado su majestad?- preguntó Vaemond confundido, no se supone que fuera así, él sería nombrado mano de la reina, esto no debía estar pasando ¿De qué se le acusaba?

Con gusto. Las palabras de la reina resonaron con furia en el salón del trono mientras miraba fijamente a Vaemond Velaryon, su voz impregnada de una ira apenas contenida.

- ¿De qué manera has fallado, dices?- comenzó la reina, su tono gélido cortando el aire como una hoja afilada. - Has traicionado mi confianza, conspirando a mis espaldas, urdiendo maquinaciones que amenazan la estabilidad de mi reino y sobre todo has puesto en peligro y dañado a MI familia- gruñó ella mirándolo con ira.

Los presentes observaban con atención, conscientes de que estaban siendo testigos de un momento crucial en la historia del reino.

 Mientras tanto, Vaemond permanecía arrodillado frente a la reina, confundido y angustiado por las acusaciones que enfrentaba. Intentó negarlas, pero Criston Cole lo golpeó nuevamente impidiéndole hablar.