Londres, 1953
Iba corriendo por la calle, tratando de no chocar con todos los transeúntes. Como la mayoría de los martes se le estaba haciendo tarde para ir al trabajo.
Durante ese único día en la semana, su profesora de alemán la retenía más de la cuenta. Y Olivia no se quejaba, ella buscaba mejorar su lenguaje, ese era el único horario, y la mujer que pese a ser estricta se sentía encantada con su joven alumna.
Como resultado salía corriendo para llegar a tiempo a la biblioteca. Siempre se quejaba que un día las grandes polleras acampadas le provocarían un accidente, pero estaba segura que no usaría pantalones ni para ir a la universidad mucho menos para trabajar.
Iba recitando un par de frases en alemán, no prestaba la atención suficiente al camino que conocía de memoria, segura que cada semáforo estaba en rojo y podía cruzar sin ver.
Pero esa tarde sería distinta.
A medio paso de cruzar la calle, alguien la toma del brazo, tirándola hacia atrás, y en cuanto Olivia levanto la mirada asustada, vio un automóvil pasar a toda velocidad frente a ella.
Cuando reaccionó al momento, sintió su corazón latir con fuerza, y como le hacía doler el pecho. Un poco más y se desvanecía allí mismo; más un paso más y su vida hubiese llegado a su fin.
Y ahora ni siquiera podía pronunciar ni en inglés, alemán o español.
-Gr-gracias.- balbuceo.
Sin embargo, su salvador no dijo nada, y siguió de largo cuando el semáforo cambio a su favor. Olivia abrió la boca, por completo ofendida.
-Que grosero.- murmuró al verlo de espalda.
Aguardó unos minutos hasta que todo su sistema volviera a la normalidad, y siguió su camino, esta vez un poco más calmada, sin importarle el horario de su llegada.
En cuanto llegó a la biblioteca, se desplomó en la primera silla que encontró. Las piernas le pesaban, y podía sentir hasta el recorrido de la sangre por todo su cuerpo.
Con rapidez se le acercó su compañera para darle una mano. Estaba pálida con las mejillas sonrojadas, y su corto cabello alborotado por la carrera.
-Sonia un día te va a matar.- dijo la morena.
-No, hoy casi me mata un carro.- le corrigió Olivia.
Su compañera dio un brinco en el lugar tras escucharla, y corrió en busca de vaso de agua.
-Esto es culpa de ese horario.- le reprochó tras pasarle la bebida.-¿Para qué quieres saber alemán? Ya manejas tres idiomas.
Olivia rodó los ojos, y le dio un gran trago.
-Mara ¿Hay libros para acomodar?- preguntó ignorando la preocupación. -Iré a refrescarme el rostro.
Al volver del baño, se encontró con una gran pila de libros que debían ser devueltos a sus estantes. Aunque se podía quejar por la exagerada cantidad de trabajo no lo haría porque mantener el orden de un lugar como ese era su actividad favorita.
-Después voy a necesitar a tu peluquera.- dijo mientras apilaba los libros sobre un carrito.
-¿No te lo quieres dejar largo? Es que lo tienes tan bonito.
-Gracias, pero no, lo quiero corto.- insistió.-A mi ex le gustaba largo, y yo lo detesto.
-Pensé que a tu ex le gustaba corto.
-No, esa ex no, el anterior.- le corrigió.
-Ah, cierto el diablo blanco.
Olivia le reprochó en silencio, y se dispuso a hacer su trabajo.
ESTÁS LEYENDO
Las Memorias de Olivia J.
Romance120 años para un mortal es mucho. Para un mágico (entre brujas y trolls) podía ser poco. Y para Olivia Julia era uno largo camino repleto de historias. Llena de romance. Con muchos momentos felices, y otros que dejaban marcas mas allá de su piel...