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Notas importantes antes de leer:
-Este one shot esta basado en el cuento "Rafa, el niño invisible"
-Se menciona a Messi panzón (M-preg)







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Kevin ya era un niño grande, o eso le decían cuando se amarraba las cintas de los zapatos él solo. Se lo decían cuando terminaba sus verduras sin quejas o cuando le preguntaban cuántos años tenía y él mostraba todos los dedos de su manita derecha.

Si, Kevin ya había crecido pero aún así le gustaba cuando su papá Memo lo cargaba en sus hombros, o cuando su papá Leo jugaba fútbol con él en el patio trasero. Le gustaba cuando lo consentían con su comida favorita, nuggets de pollo en forma de dinosaurio. O cuando sus padres lo arropaban en la noche para dormir y le leían algún cuento.

Él era un niño sano y feliz. Quería muchos a sus dos padres y ellos desmostraban también quererse mucho porque Kevin siempre notaba como a su papá Memo le gustaba llenar de besos el rostro de papá Leo, como se tomaban la mano siempre que salían juntos o como se sonreían de forma bonita cuando se veían después de un largo día de trabajo para ambos. Él definitivamente amaba a su familia.

Cierto día en el que el pequeño de cabello negro estaba listo con su balón para jugar como le encantaba hacerlo fue llamado por sus papás. Obedeció a regañadientes y se sentó en uno de los sillones de la sala. Frente a él se sentaron Guillermo y Lionel, justo al lado del otro y sus rostros se mostraban felices. Se tomaban fuertemente de las manos.

—Kevin, mi amor. Te tenemos una sorpresa—empezó Leo sonriendo de oreja a oreja. El nombrado no estaba muy interesado en lo que tuvieran que decirle, él ya quería salir a jugar.

—Te lo queríamos decir hasta estar seguros—continuó Memo—Y como ya nos dieron los resultados, ya te podemos dar la noticia.

—Kev, vas a tener un hermanito—soltaron los dos al mismo tiempo mostrando rostros emocionados.

—Ok—dijo solamente el pequeño para levantarse de su asiento e irse a jugar al patio. Sus padres se rieron ante su respuesta, tal vez estaba chiquito para entender la situación pero se daría cuenta después.

Y así fue porque al pasar el tiempo Kevin vió cómo el estómago de su papá Leo crecía más y más. Al principio se asustó creyendo que estaba enfermo.

—Esto es normal cielo–le dijo Lionel a su hijo que lo veía preocupado—aquí está tu hermano que nacerá pronto—sobó su propio vientre.

—¿De verdad?—contestó sorprendido abriendo grande sus ojitos marrones—¿Cómo llegó ahí?

—Eso es algo que te diré cuando estés más grande—su papá Memo se acercó y le alboroto el pelo.

—Que interesante—su mirada brilló—Ya quiero conocer a mi hermano—asintió emocionado.

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Así fue cómo Kevin se mantenía al tanto de su papá Leo, pues su abuelita le dijo que llegaba un momento en el que no se podría mover con tanta facilidad. El pequeño siempre ayudaba a levantar las cosas que se caían de las manos de su padre o le acomodaba su almohada cuando se dormía en el sillón. Su papá Memo le agradecía mucho que tuviera esas atenciones cuando él no estaba. Kevin le decía que lo hacía con gusto.

El tiempo pasó y cierta noche Kevin se despertó por ruidos en la planta baja de su casa. Bajo más adormilado que nada sosteniendo su peluche favorito. Cuando llegó vió a sus papás y a su abuelita Natalia pero le sorprendió que su papá Leo hacía muecas de dolor y se tocaba el vientre mientras su papá Memo le sostenía la mano llevando una gran pañalera colgada.

Kevin, el invisibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora