Expectativas y Sueños

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La atmósfera en la cabaña era densa, cargada de una tensión palpable. Nos encontrábamos en un terreno desconocido, sin saber cómo abordar esta conversación tan crucial. Después de un incómodo silencio, José decidió romper el hielo.

—Entiendo que esto pueda ser un poco extraño para ambos, María. Pero creo que sería útil conocernos mejor, ¿no crees? —propuso José, buscando aliviar la tensión que se había instalado entre nosotros.

Asentí tímidamente, agradecida de que José tomara la iniciativa para iniciar la conversación.

—Sí, creo que sería una buena idea. Después de todo, estamos a punto de embarcarnos en un matrimonio juntos —respondí, tratando de sonar confiada a pesar de los nervios que me embargaban.

José asintió, pareciendo aliviado por mi respuesta.

—Bueno, ¿por qué no comenzamos compartiendo un poco sobre nosotros mismos? Por ejemplo, ¿cuáles son tus pasatiempos o intereses? —preguntó José, esperando que esta pregunta abriera la puerta a una conversación más fluida.

Tomé un momento para considerar la pregunta antes de responder.

—Bueno, siempre me ha gustado el dibujo. Disfruto perdiéndome en la naturaleza y explorando diferentes perspectivas. También tengo una gran pasión por la música —comenté, tratando de ofrecer una visión más íntima de mí misma.

José asintió con interés, buscando encontrar puntos de conexión entre nosotros.

—Yo también disfruto de la música, aunque no tengo mucho talento para tocar instrumentos. Prefiero escuchar música, especialmente la guitarra. Y me encanta pasar tiempo al aire libre, explorando la naturaleza y disfrutando de la tranquilidad que ofrece —compartió José, revelando un poco más sobre sí mismo.

Una sonrisa se dibujó en mi rostro al descubrir estas similitudes entre nosotros.

—Eso suena muy agradable. Supongo que compartimos un amor por la música y la naturaleza. Creo que al final el matrimonio no saldrá tan mal si podemos compartir algunas cosas ¿no crees?

José sonrió con complicidad, reconociendo la verdad en mis palabras.

—María, puedo hacerte una pregunta? — José parecía un poco inseguro al hacer la pregunta.

—Claro, dime —respondí, sintiendo un cosquilleo de ansiedad en mi estómago.
—Antes de todo esto..— José titubeó un poco, como si estuviera reviviendo recuerdos que preferiría dejar atrás—. Antes de todo esto, ¿qué esperabas de tu futuro... de tu matrimonio? - preguntó finalmente, buscando comprender mejor mis expectativas y sueños.

Mi corazón dio un vuelco al enfrentar esta pregunta tan profunda. Tomé un momento para reflexionar, recordando mis sueños de infancia y la visión que tenía del amor y el matrimonio.

—Bueno, desde que era niña, siempre soñé con encontrar el amor verdadero. Imaginaba un matrimonio basado en el cariño y la complicidad, donde pudiera elegir a mi compañero de vida y juntos construir un futuro lleno de felicidad. Siempre quise tener una familia, dos hijos, una niña y un niño. Les pondría los nombres de Margarita y Jacobo, como mi hermano. Quería criarlos en un hogar lleno de amor y valores, rodeados de risas y momentos especiales —compartí, dejando al descubierto mi alma y mis más profundos anhelos.

José me escuchaba atentamente, sus ojos reflejaban una mezcla de admiración y comprensión.

—Eso suena como un hermoso sueño, María. Uno que mereces ver hecho realidad —respondió José, con sinceridad en sus palabras.

—¿Y cuál era tu expectativa para el matrimonio antes de todo esto? —pregunté, buscando comprender sus propios anhelos y deseos.

José pareció reflexionar por un momento antes de responder, sus ojos vagaron en la distancia como si estuviera reviviendo recuerdos del pasado.

—Bueno, supongo que siempre esperé encontrar a esa persona especial con quien pudiera compartir mi vida, pero siempre hubo alguien que protagonizaba ese sueño... —dijo tranquilamente— Alguien a quien conocí cuando éramos niños y con quien compartí momentos maravillosos. Una niña hermosa, su sonrisa era como el sol en un día nublado, cálida y reconfortante. Tenaz y valiente, desafiaba al mundo con una determinación que dejaba sin aliento a quienes la rodeaban. Su ingenio era tan brillante como las estrellas en una noche despejada, capaz de iluminar incluso los rincones más oscuros de mi alma. No había nada en este mundo que se comparara a la belleza y la magia que ella irradiaba con cada mirada, cada gesto, cada palabra. Y aunque los años han pasado, su presencia sigue siendo tan vívida y poderosa como el primer día en que la vi, como un faro de luz en medio de la oscuridad —compartió José, sus palabras resonando con un dejo de nostalgia.

Me intrigó su respuesta y sentí que había algo más detrás de sus palabras. Pero antes de que pudiera profundizar en el tema, una extraña sensación de desconcierto se apoderó de mí, como si algo en su respuesta no encajara del todo.

—¿Por qué no lo intentaste con esa persona? —pregunté, con curiosidad, pero también con un atisbo de temor a la respuesta.

José desvió la mirada por un momento, como si estuviera luchando con sus propios recuerdos antes de finalmente responder con sinceridad.

—Nos separamos al crecer. Mis amigos, mis padres... —José dudó un instante antes de corregir su frase—. Ella era inalcanzable para mí, nuestras condiciones jamás fueron iguales y en ese momento mi familia pasaba por una crisis, así que todos creían que sería mejor que lo olvidara. Así que seguí adelante, pero nunca olvidé esos momentos que compartimos juntos —confesó José, su voz cargada de emotividad y dolor, mientras me miraba con sus grandes ojos cafés.

Podría ser que mi hermano se equivocara, ¿no es así? Tal vez José no esté enamorado de mí. Después de todo, ¿por qué ocultaría algo tan importante durante tanto tiempo? Si realmente hubiera sido yo la niña de sus sueños de la infancia, ¿no me lo habría dicho después de su extensa confesión de amor por esa misteriosa chica?

Pero entonces, ¿quién podría ser esa persona especial a la que José dedicó tantos pensamientos y emociones? La idea de que haya sido otra chica, una que no sea yo, me inquieta profundamente. ¿Quién es ella y qué la hace tan especial para José? ¿Cómo pudo haber pasado desapercibida para mí durante tanto tiempo?

 ¿Y si José había estado esperando a alguien más durante todos estos años? El pensamiento me llenó de una sensación de inquietud y una leve punzada de celos.

Pero, ¿por qué no me lo habría dicho antes? ¿Por qué guardaría silencio sobre algo tan significativo? ¿Acaso había algo más detrás de su reluctancia para hablar sobre el tema?

Mi mente se llenó de preguntas sin respuesta, mientras intentaba comprender la complejidad de los sentimientos que surgían en mi interior. Por un lado, deseaba saber más sobre esta misteriosa figura del pasado de José, pero por otro lado, temía lo que pudiera descubrir.

—Bueno, creo que ahora tendrás que conformarte conmigo... —dije, rompiendo el silencio y bajando la mirada, tratando de disimular la incomodidad que sentía.


José me miró con ternura, como si hubiera comprendido el significado oculto detrás de mis palabras. Con una sonrisa suave mientras levantaba mi mirada tomando mi barbilla, al encontrar sus ojos con los míos, respondió:

—No sería una conformidad, María. Sería un verdadero privilegio tener la oportunidad de compartir mi vida contigo, como siempre soñé.


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⏰ Última actualización: Mar 07 ⏰

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