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maría vogrincic — 25 años, uruguay.
matías recalt — 23 años, argentina.
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estaba espiando a matías y enzo, quienes estaban hablando de mí. vivo con el último mencionado, enzo, mi hermano mayor.
— ¿estás enamorado de mi hermana, matías? — preguntó mi hermano mirando a mati.
les explico, enzo invitó a matías a casa para ver películas, charlar y eso, pero enzo sabe que por alguna razón desconocida a mí me pone nerviosa la presencia de matías, entonces lo invitó en un horario donde él sabía que yo estaría ocupada, o sea porque tenía una sesión de fotos, que fue cancelada, por cierto. así que aquí estoy, espiándolos, porque escuché mi nombre, y es como dicen: la curiosidad mató al gato.
— ¿qué preguntas enzo? — se rió matías agarrando su cabeza con su mano. — sí, pero no pensé que fuera tan obvio. — admitió el rubio.
— bastante, ¿no, maría? — preguntó ésta vez enzo viéndome. yo sólo sonreí y me acerqué a ellos.
— ¿qué hacés acá? — preguntó matías mirándome, confundido y nervioso.
— tranquilo, solo pasaba. — mentí y disimule.
— no mari, está bien, yo ya me iba, charlen. — dijo mi hermano levantándose del sillón dirigiéndose a la puerta. — ¡adiós! — se despidió antes de irse.
— ¿es verdad eso, recalt? — pregunté sentándome donde anteriormente estaba mi hermano.
— vos ya me escuchaste, maría. no sé qué más querés que te diga. — contestó.
— no solo las palabras hablan matías. — formulé y me levanté de mi asiento dirigiéndome hacia el de matías. una vez sentada sobre él a horcajadas me acerqué a su cara con intención de besarlo pero también con intención de ver que hacía.
— si te vas a acercar a mí así. — pausó mirándome. — bésame, vogrincic. — finalizó y lo besé, un beso tierno y llenos de sentimientos encontrados.
— comiendo como nunca, ¿eh? — cuestionó enzo sorprendiendónos por su repentina llegada. matías y yo nos limitamos a sonreír con vergüenza y sonrojados de ésta misma.