Capítulo 9.

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Ese era Ekuneil, quien al parecer estaba pasando justo por dónde podía ver cómo Huáaneri salía del bosque. La comunidad no estaba asentada cerca de la entrada a este pero sí lo suficientemente lejos para aislarse de los animales salvajes como los lobos y los osos. Fue entonces que pudo ver cómo ella salía prácticamente corriendo para entrar a la aldea desde la parte de atrás, que era donde él estaba aislado de la atención del pueblo.

- ¿Por qué estabas allá? Y sola. - le volvió a preguntar.

Huáaneri estaba nerviosa, porque la persona menos indicada la había visto infraganti. Aunque bien pudo desviar el asunto.

- No es de tu incumbencia. - le respondió en tono grotesco.

- Para tu desdicha, sí lo es. - se bajó de la roca en la que estaba sentado. - Vas a ser mi esposa y sería una verdadera tragedia que anduvieras en cosas raras.

- No si puedo evitarlo. - le retó la princesa. Ya se había enojado por eso que él le había dicho.

- No lo evitarás, porque en realidad ya estamos unidos el uno al otro. - se acercó a ella. - Solo que aún falta hacerlo oficial delante de toda nuestra gente y las comunidades vecinas.

- Hasta entonces, no somos absolutamente nada. - se alejó de él.

Ekuneil se quedó analizando su actitud tan agresiva y quedó maravillado ante esa fiera que se mostraba altiva ante él. Sonrió, pero rápidamente borró su sonrisa al recordar de dónde venía recién.

- Aún no respondes mi pregunta, ¿qué hacías allá sola?

- Ya te respondí; no te importa. - lo miró mal. - Me voy, que pases una buena noche.

Ella se retiró rápido antes de que él tuviera oportunidad de volverla a retener. Ekuneil empezaba a sospechar, pero no quería arruinar las cosas. Quizá si intentaba acercarse, lograría llamar su atención y entonces la rivalidad entre ellos ya no existiría, por lo que su matrimonio sería llevadero.

Ekuneil, tendría que portarse como un caballero para enamorar a la princesa.

(•••)


Un nuevo día y era libre, por lo que temprano la princesa se alistó para huir al bosque, tenía muchas ansias por encontrarse con Kalik, esta vez entablaría una conversación con él y podrían compartir más.

Los de la aldea estarían cada quien en lo suyo, por lo que no estarían pendiente de ella para nada. Tenía la libertad de ir y volver a la hora que quisiera, ya que habitualmente solía ir a practicar cacería, la única diferencia era que siempre iba acompañada. Así que se puso más hermosa de lo que ya era, con su tradicional joyería, sus botas y un enorme abrigo. Estaba feliz y con mucha energía.

Emprendió camino y pronto se encontraba en el punto exacto donde estuvieron las últimas veces.

- Kalik. - llamó en un susurro.

Pasaron unos cuantos minutos y él no aparecía, empezaba a preocuparse.

¿Y si le había pasado algo? ¿O ya no la quería ver? ¿Lo había ofendido?

Su autoestima bajaba y empezaba a temblar de la desilusión pero sintió que alguien la tocaba por detrás de su cabeza y se volteó con una enorme sonrisa.

Era él, quien la miraba serio pero sus ojos brillanan con la misma intensidad que los de la princesa.

- Hola. - susurró de nuevo y se quedó quieta para observarlo. Le parecía asombroso su aspecto aún de cerca.

Hijo de Luna.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora