Libro 1 de la Saga Penumbra
En medio de sombras ancestrales y lealtades cruzadas, Aitana despierta en un laberinto de identidades entrelazadas. Criada por la oscuridad de dos mundos opuestos, se embarca en una danza mortal por ascender en un imperio...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Me toma segundos seguir el beso, que desde el primer momento es hambriento y salvaje «Niélniyo, somosdebesosdulces», estamos descargando la tensión que desde hace semanas se ha ido construyendo. Christian se acomoda sobre mí llevando su mano a mi garganta, dando un fuerte apretón que provoca que suelte un jadeo, le muerdo el labio en reacción, provocando un gruñido de su parte«Gruñidoquenosabíaqueanhelabaescuchar». La sesión de besos va aumentando la temperatura de nuestros cuerpos, paseo mis manos sobre su torso definido, el alza mi pierna y me abre para colocarse entre ellas.
Siento como sus manos me van quitando el top, se separa de mi solo para mirarme, me contempla las tetas y al verlas, sonríe, se mete un pezón a la boca mientras disfruto el acto de su lengua sobre él, hago mi cabeza hacia atrás y siento como una de sus manos le da atención a mi otro pecho.
Me vuelve a besar con hambre, toma mis piernas enganchándoselas sobre su cintura, aumentando el cosquilleo en mi sexo. Siento como va hacia mi cuello dejando besos y chupetones, marcándome como lo hacía años atrás. Su mirada choca con la mía, provocando un revoltijo de sentimientos, veo fijamente esos ojos oscuros que me desestabilizan todavía, eso me provoca una ira por no poder controlar mis estúpidos sentimientos, él lo nota, ya que veo como sus ojos se encienden más por el deseo. «Añosatrásdelascosasquemáslegustabademi, eramimiradaenojada, yaquelaintensidadlerecordabalasvecesqueenlasquemehacíasuya». Me alza rápidamente, cambiando de posición, yo arriba de él. Una parte de mi le gustaría no desear esto, jugar con él, simplemente irme y dejarlo con las ganas, pero deseo esto, pero de verdad anhelo esto.
Su pene erecto sale a relucir y lo veo más grueso de lo que lo recordaba «Mierda, mañananopodrénicaminar», sonríe con arrogancia al ver que veo fijamente la gota pre seminal que le sobresale. Muevo la pelvis para acercarme y así quitar los pocos centímetros que nos separa, el entra de una y sin compasión, sus arremetidas empiezan fuertes y feroces, «Joder, lohacemejorahora».
En el gym lo único que se escucha son los choques de nuestros cuerpos, sus gruñidos maravillosos y mis gemidos.
Folla como los malditos dioses, y como en años pasados, siento que toco el infierno con las manos. Me agarra posesivamente, embistiéndome completamente, siento como si me fuera a partir en dos al arremeter sin piedad.