10. Andrew

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Cerré la puerta de mi habitación con todo mi cuerpo temblando como un flan

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Cerré la puerta de mi habitación con todo mi cuerpo temblando como un flan.

Había sido demasiado intenso todo. El concierto, ver a Abril ente el público, la charla con ella... volver a hablar con ella me había dejado aniquilado. Tenía ganas de besarle esa pequeña pequita del pómulo, quería acariciarla, decirle que la había echado mucho de menos; pero no podía hacer eso. No podía hacernos esto. No quería que supiera lo mucho que había cambiado, en lo gilipollas que me había convertido; no podría soportar que me mirase con odio otra vez. Sabía que le repugnaría, que me rechazaría y eso no podía permitirlo.

Me tumbé en a cama y miré la hora. Ya eran las cuatro de la madrugada. Había conseguido que las chicas se quedasen en el hotel en vez de volver otra vez a Londres; me había costado horrores convencer a Abril pero al final aceptó. Seguía siendo muy testaruda y eso me encantaba; no podía negarlo. También seguía teniendo la manía de morderse el labio inferior. También seguía siendo la chica más especial que jamás he conocido. Menos mal que en octubre empezaba la gira y no la vería más, así evitaría tentaciones. Así ella podría seguir siendo feliz con el atontado de su novio y olvidarse del gilipollas de su ex.

El móvil sonó por un mensaje entrante, lo cogí y abrí la notificación.

Lío: todo bien? Te has ido directo a la habitación y no hemos podido hablar nada.

Andrew: sí, no te preocupes. Estoy un poco aturdido pero... supongo que es normal. Mañana hablamos, descansa.

Lío: tú también descansa y no le des muchas vueltas.

Qué bien me conocía el muy cabrón. Sabía que me estaba comiendo la cabeza por la misma chica de siempre, pero es que no podía evitar pensar en ella y eso no estaba bien, nada bien. Si no hacía algo no podría dormir, así que me levanté y abrí la pequeña nevera para sacar el botellín de cerveza que había allí dentro. Lo abrí y me lo bebí, sin embargo una cervecita no me haría nada. Así que cogí la pequeña botellita de alcohol que siempre ponen en los hoteles, vertí el líquido en un vaso de plástico y me lo bebí de un trago. Estaba muy amargo y tosí escandalosamente hasta que pude calmarme. Si Keyla o Lío se enteraban de esto seguro que me cortarían la cabeza. Me reí imaginándome a mí mismo sin cabeza y me metí en la cama después de ponerme el pijama; el alcohol me ayudaría a relajarme, siempre lo había hecho.

Al día siguiente me desperté con un dolor de cabeza horrible. No sabía si era por todo lo vivido o por el poco alcohol que había ingerido. Cómo llevaba bastante tiempo sin probar ni una gota, a la que bebía un poco me sentaba fatal.

Bajé al hall para ir al restaurante y me encontré con Abril esperando de pie al lado de los ascensores, cuando me vio se acercó a mí algo nerviosa.

—Te estaba esperando.

Espera, ¿qué? ¿Me estaba esperando a MÍ? ¿Qué cojones...?

Se me debió quedar cada de alelado porque se le escapó una risita y bajó la mirada al suelo con las mejillas sonrojadas.

Siempre nos quedará Edimburgo #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora