Capítulo 8 ― Crepúsculo con un chico desconocido ―

33 2 16
                                    


Cuando abrí los ojos, el sol entraba por la ventana, haciendo que la habitación pintada de color blanco se tiñiera de calidez. No fue hasta unos segundos después que me acordé donde estaba. Cogí el móvil de la mesita de noche y miré la hora. Las diez de la mañana. Teníamos tiempo para volver a la universidad. Fui al baño para lavarme la cara y ponerme el pelo medio decente. Le escribí a mi madre para decirle que ya estaba despierta y que la noche fue bien.

Mientras bajaba por las escaleras, el olor de algo riquísimo me inundó las fosas nasales. James estaba de espaldas a mí cocinando. Llevaba un conjunto de chándal negro con una gorra hacia atrás.

― Hola. ― Dije desde lejos para no asustarle. ― ¿Hace mucho que estás despierto?

― No mucho. He pensado que tendrías hambre y he salido a comprar algo para desayunar. ― Encima de la isla había un plato con dos tostadas con queso crema y una taza de té de menta. Lo miré con el ceño fruncido. ― Solo te he visto desayunar eso en la universidad. Y como no sé qué más te gusta he comprado un poco de todo. ― Sacó una bolsa con todo tipo de frutas, bollería, y... ¿Un cepillo de dientes? ― También supuse que te querrías lavar los dientes después de desayunar. ― Se encogió de hombros y volvió a los fogones. Chico atento.

― Gracias. ― Le dije mientras me sentaba en un taburete delante de la isla y quedaba cara a él. Mejor dicho, a su ancha espalda.

Se dio la vuelta con la sartén y me echó un poco de huevos revueltos con bacon mientras él se servía lo mismo y se echaba un poco de café. Empecé a comer y me sorprendió mucho. Era algo simple lo que estaba comiendo, pero estaba buenísimo.

― Está increíble. ― Le dije mientras él sonreía. ― En serio.

― Ya te lo dije, tengo muchas habilidades. ― Le dio un bocado a su tostada. ― Tú también cocinas, ¿no? Por tu madre, digo.

― Hago unos bocadillos y pongo unos vasos de agua muy buenos. ― James no pudo contener la risa. ― ¿Qué? Yo también tengo mis habilidades. ― Ambos nos reímos. ―Mi madre es la talentosa cocinando en la familia. Y mi abuela, su madre. Yo salí a mi padre en ese aspecto. ― Una sonrisa de nostalgia apareció en mi cara. ― Una vez quisimos hacerle una sorpresa a mi madre por su cumpleaños y quemamos el horno. ― Iba a hablar pero levanté la mano interrumpiéndolo. ― No preguntes.

― Podría enseñarte a cocinar. Si quieres.

― Mi madre lo intentó. Y no salió bien la cosa.

― Bueno, yo podría darte otro tipo de motivación. ― Dijo mientras se llevaba la taza de café a la boca.

― Creo que nada puede motivarme. ― Dije mientras me llevaba la taza de té a la boca. Puso ambas manos en la isla y me miró.

― ¿Segura? ¿No hay nada? ― Una sonrisa pícara apareció en su cara. Obviamente que habían cosas, y sobre todo relacionadas con él, pero no le iba a dar el gusto de saberlo, ni tampoco iba a subirle el ego. Así que me limité a negar con la cabeza mientras intentaba ocultar la sonrisa. ― Ya veremos, Olivia. Puedo ser muy perspicaz cuando quiero conseguir algo ― Se acabó el último trozo de tostada y se giró para limpiar su plato y su taza. ― Andrew me ha escrito esta mañana. Ethan y Madeleine han pasado una mala noche, pero están todos bien. Ellos ya están de camino a la universidad. ― Se dio la vuelta para lavar sus platos. ―Cuando estés lista me avisas. Voy a prepararme.

Acabé de desayunar y lo dejé todo limpio. Cogí el cepillo de dientes y subí para prepararme. Hice la cama y cogí toda mi ropa y los zapatos para bajar, pero cuando abrí la puerta, James estaba fuera con el puño levantado.

Hechos De OportunidadesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora