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(Pov lisa)

Después de esa excursión a caballo con Ruby, explorando los rincones de la parcela, incluso mostrándome sus cultivos de esa planta, ya saben a cuál me refiero. Pero ella misma me afirmo, que nunca la ha ingerido, solo es simple y llano narcotráfico. 

No estoy seguro de qué pensar, pero creo que desde hace un tiempo he estado viendo a Ruby con otros ojos. He presenciado sus dos facetas: la de líder de los kkangpae y la de madre, la sentimental, la que siente y ríe con sus hijas. Es capaz de sacrificar su propia vida por ellas, y las niñas son un claro ejemplo de que Jennie aún conserva su humanidad.

Luego reflexiono sobre mis padres; sé que los volveré a ver algún día. ¿Con qué cara les diré que estoy empezando a sentir atracción por la mafiosa más perseguida, temida y admirada de todo un continente? Estoy desarrollando el síndrome de la Bella, pero espero que no avance más. Si Ruby sigue tratándome así, dejaré esta pared invisible que construí desde el principio y caeré ante sus encantos. No obstante, me niego rotundamente a permitir que esto ocurra. Tengo una vida por vivir, sueños por cumplir, y no voy a arruinarla enamorándome de una criminal. Esto está prohibido.

Esto es un romance prohibido, que esta mal y siempre lo estará. 

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Me encontraba en una de las habitaciones de las niñas, seis en total. Después, le preguntaría a Hyein si podía compartir su habitación esta noche. Sentía nerviosismo, especialmente porque al llegar a casa, Ruby mencionó que alguien muy especial para mí vendría. Espero que no traiga consigo la cabeza de mi tío Chanyeol, adornada con un lazo.

Mientras me recostaba en la cama, a punto de caer en el sueño reparador, Ruby se apoyó en la puerta. La miré y me incorporé lentamente, arrugando la nariz en señal de pregunta. Sin embargo, al seguir mirándola, me di cuenta de lo malditamente atractiva que se veía. La camiseta blanca sin mangas dejaba al descubierto su brazo derecho, repleto de tatuajes, y las cinco estrellas en su cuello le daban un toque ardiente. Mi mirada descendió con lascivia hacia sus pantalones ajustados, notando algo que llamó mi atención.

Se nota lo grande que es su pene.

De repente, salí del trance en el que me encontraba. Ruby seguía mirándome sin ninguna expresión, y yo, sintiéndome un tanto avergonzada, pregunté —¿Qué pasa?—Ella se quitó el cigarrillo de la boca, y en ese momento, me di cuenta de que sus pulmones están hechos mierda

—Pedí comida para nosotras y las niñas, está en la cocina. Ve y sírvela— dijo sin más preámbulos. Sin protestar, me levanté de la cama con rapidez. Pero justo cuando iba a pasar por delante de ella, me agarró del brazo y me dijo—Tienes el cordón de tu vestido abierto. Se te caerá. Déjame ayudarte—Se puso detrás de mí y comenzó a amarrar el hilo con mucha delicadeza. Mi rostro se tornó rojo como la sangre.

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Cuando Ruby terminó de atarme, salimos de la habitación. La cocina y la sala estaban conectadas, con las habitaciones al final de un pasillo que se extendía desde la sala. Esto permitía una visión clara de cuando alguien entraba o salía de una habitación.

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Kkangpae- Jenlisa (G¡P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora