2. La radio

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     En el año 2022, el mayor y más potente colisionador de partículas del mundo volvió a ponerse en marcha. Tras una pausa de tres años en la que se realizaron mejoras para preparar su tercer funcionamiento, comenzó a trabajar un martes de abril. Durante veinticuatro horas, sin parar por cuatro años, con una energía récord de 13,6 billones de electronvoltios.

El objetivo era recrear los primeros microsegundos tras el Big Bang y responder a las grandes preguntas que persistían sobre el funcionamiento de la vida.

Los conspiranoicos creían que el Colisionador de Hadrones podría establecer un portal a otra dimensión y permitir la entrada a seres de otro mundo. Se decía que los científicos estaban jugando a ser Dios. Pero no fueron seres de otra dimensión los que acabaron con la vida como la conocíamos, fuimos nosotros mismos.

09 de marzo, 2026

Proyecto Alice

El chirrido de la vieja radio de River cortó el aire, un revoltijo de sonidos se entremezcló como un enjambre de hormigas en su oído, pero pronto se despejó, y una voz cristalina atravesó la estática

—Ha ingresado uno.

El joven dejó de teclear en su computadora. La tenue luz de la pantalla iluminaba su rostro. Los Inventus, como él, eran los únicos privilegiados de Subterra que aún manejaban tecnología, reliquias de un mundo casi olvidado. Con la oreja pegada al aparato, escuchó atentamente. Aunque no se suponía que debía tener una radio, River no era de los que tiraban algo solo porque estaba roto; él vivía para darle una segunda vida a lo que todos desechaban.

Había tropezado con ella cerca de las plataformas funerarias, la encontró al lado de una roca agrietada y mohosa. La llevó al cuarto que compartía con su madre, una enfermera dedicada que pasaba más tiempo con los enfermos que en el reducido espacio que llamaban "hogar".

Al llegar a sus dieciocho había tenido claro que su pasión se encontraba en los circuitos y sistemas de las computadoras. Ser parte de los Inventus le ofrecía ciertos privilegios, como el de escoger su camino entre varias labores, siempre y cuando probara ser digno de esa libertad. Se sometió a una serie de pruebas, y solo después de demostrar su habilidad, se le concedió acceso a una de esas reliquias de antaño: una computadora, con la promesa de que sería una herramienta y nunca un juguete.

River invirtió cada gota de su ser en superar las pruebas; ser enfermero no era una opción, no cuando cada noche su madre regresaba a casa con los ojos vidriosos. Él buscaba un destino diferente, lejos de esa angustia. Así que cuando recibió los resultados, se arrastró hacia las plataformas funerarias para darle la noticia a su padre. Su cuerpo ya no seguía allí, las plataformas metálicas subían con muertos, pero al retornar de la superficie no quedaba ni rastro de los cuerpos.

La enfermedad de Subterra era como un depredador que rondaba en las sombras, llevándose a sus seres queridos uno por uno, había reclamado la vida de su padre, al igual que se había llevado a su hermana, Hazel. Era la muerte más común, todo comenzaba por sangrados nasales y un sin fin de mareos y náuseas. Avanzaba sigilosamente, robando la vitalidad hebra a hebra hasta que el cabello caía por completo, los vómitos teñidos de sangre preludiaban el final, mientras el cuerpo se retorcía en convulsiones, luego los síntomas se intensificaban hasta que el cuerpo se rendía, y finalmente, llegaba el coma del que nadie despertaba.

La toxina R era el nombre que se le daba a esa plaga sigilosa. Un día podías estar compartiendo historias con tus amigos, al siguiente, todo lo que conocías podía cambiar para siempre. La certeza era un lujo que nadie podía permitirse. Tras la muerte de su padre, River observó cómo los hombres de blanco se movían con una eficiencia que helaba la sangre. Invadieron su hogar. Limpiaron cada rincón, eliminando cualquier rastro de la vida que se había escapado, y se llevaron el cuerpo de su padre en una bolsa sellada, como si fuera un objeto desechable más que un ser amado.

El Proyecto Alice (ONC 2024)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora