7

690 50 46
                                    

Al despertarme, una deliciosa sensación embarga mi cuerpo e inmediatamente sonrío al recordar la razón por la que me siento tan deliciosamente cansada y despierta al mismo tiempo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Al despertarme, una deliciosa sensación embarga mi cuerpo e inmediatamente sonrío al recordar la razón por la que me siento tan deliciosamente cansada y despierta al mismo tiempo. A mi lado, bañado por los rayos de sol que se escapan entre las cortinas de la lujosa habitación, se encuentra el responsable de todo, todavía dormido y con la sábana cubriendo solo en parte su cuerpo desnudo: Charles Leclerc.

La visión del atractivo adonis junto a mí, mucho más sexy ahora que luce alguna que otra marca que le dejé ayer, me tienta como un delicioso dulce y me acerco para empezar a dejar suaves besos por su pecho, bajando lentamente por su abdomen. Bajo mis labios siento su cuerpo moverse ligeramente y cuando alzo la mirada, veo sus bellos iris aguamarina a través de sus párpados entreabiertos.

—¿Sigo soñando? —murmura con esa media sonrisa que me vuelve loca.

—Yo creo que sí porque nunca había visto nada tan perfecto.

Cuando llego a su miembro, empiezo besando la punta con el mismo cuidado, sintiendo cómo se endurece bajo mi mano. A punto de salivar, mi lengua empieza a acariciarle, haciendo que unos suaves y deliciosos gemidos lleguen a mis oídos por su parte. La mano de Charles busca mi melena para agarrarla con firme delicadeza, sirviéndome de guía. Animada por sus movimientos, tomo la mitad de su miembro en mi boca, asegurándome de acariciar con la lengua cada una de las venas que sobresalen ligeramente.

—Dios, esto sí que es tener un buen despertar —exhala, guiando con cuidado mi cabeza para tomar más de él.

La punta de su miembro roza el final de mi garganta y aguanto las arcadas instintivas durante unos segundos, disfrutando de sus gemidos. Es entonces cuando empiezo a mover la cabeza, ocupándome con la mano de lo que mi boca no abarca. Charles se deja llevar y empieza a mover las caderas, follando mi boca con cuidado de no ser demasiado brusco. Sabiendo que está cerca del orgasmos, dejo que me guíe y me ocupo de seguir combinando las acciones de mi lengua y la mano. Alzo la mirada y cuando mis ojos se encuentran con los suyos, Charles gime y me agarra del pelo con más fuerza.

—Joder, si me sigues mirando así voy a terminar corriéndome...

Yo sonrío ligeramente, diciéndole con los ojos que lo haga si quiere. Como si mi mirada hubiese apretado una suerte de gatillo, tras solo dos empujones más se corre en mi garganta, deleitándome con más gemidos. Aunque suelta su agarre en mi pelo, mantengo la cabeza hasta que siento la última gota y sonrío, relamiéndome para rescatar aquello que ha caído en mi barbilla.

—No puedes esperar que me despierte con esta obra de arte a mi lado y no quiera probarla, ¿no? —pregunto con una sonrisa inocente.

—Jamás se me ocurriría quejarme del mejor despertar que he tenido en la vida.

Entre risas, me levanto de la cama y camino desnuda hasta el baño, que es casi tan grande como la habitación. Ayer Charles me dijo que había preparado lo esencial para que pudiera asearme, por lo que aprovecho para lavarme los dientes y meterme en la lujosa y amplia ducha. En el momento en el que cojo el champú, noto una brisa fría y me estremezco antes de notar un par de brazos rodeándome por detrás.

Todo al rojo {Charles Leclerc}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora