JIMIN
Al principio creía que al estar con Jungkook no presenciaría demasiado verlo consumir tabaco o uno que otro rollo de marihuana, quizás porque se sintiese incómodo o al menos tendría un poco de respeto pero, claramente, me equivoqué. Él lo hacía cada vez que tenía tiempo o simplemente cuando nadie lo viese.
Me encontraba de nuevo a su lado en las gradas. La hora de almorzar inició hace cinco minutos y obligué a mi estómago que no me pidiese comida para tener más tiempo con él. Me arrepentí. Me arrepentía. Confirmaba que Jungkook actuaba demasiado insípido. No me quería quejar, porque bien podría ponerme de pie e irme de aquí sin tener que soportar más el olor de eso y su actitud tan irritable. No lo hice. Quería seguir allí hasta que pudiese comprender un poco de lo que habitaba en él.
—Esta mierda ya no sabe igual — Jungkook se quejó tirando el pequeño rollo blanco al suelo y aplastarlo con su zapato, volviendo su vista al frente sin interés alguno—. Me jode.
—Entonces ¿por qué lo sigues consumiendo? —Lo miré con los ojos entrecerrados, sin entender sus palabras ni sus acciones.
—Su efecto es maravilloso —jugueteó.
Llamó mi atención el hecho de que lo haya dicho sin esbozar una sonrisa, como si sus pensamientos estuviesen fuera de lugar o lejos de la conversación en la que nos sosteníamos.Decidí no responderle y mirar al frente. Repitiendo mi pensamiento que se presentó algunos minutos atrás, tal vez podía admitir que me empezaba a agradar la compañía del chico de algún modo, dejando a un lado todo lo que soltaba con ciertas partes de abruptas y jocosas oraciones hacia mí u otras personas. Él me denominaba como su chicle. Ya habían pasado dos semanas que nos hablábamos, seguía sin saber nada de él, simplemente hablaba y se quejaba de todo lo que odiaba. Si alguien era bueno para quejarse, ese era él.
—¿Cuál es tu última clase? —De repente preguntó, sacándome de mi burbuja y obligándome a mirarle. Él ahora lo hacía con detenimiento y su rostro neutro.
—Ciencias sociales, ¿por qué? —soné confundido.
—Me tengo que ir —avisó, cogió su mochila y bajó las gradas rápidamente sin darme tiempo de quejarme.
Miré atónito su espalda y un poco abrumado por sus movimientos.
Bufé cansado, frustrado y enojado, entre sus derivados. Me puse de pie perezosamente, dirigiéndome a la cafetería. Probablemente Nam estaría enojado. De acuerdo, realmente no me preocupaba, él siempre solía actuar tan paranoico y dramático. Señor del drama lo apodaban.
«Tú no te quedas atrás», mi subconsciente jugó.
Entré por las puertas pesadas de la cafetería y caminé a la mesa en la cual se encontraba Namjoon y Jackson. Él no estaba tan enojado como su —no tan pronunciado— ceño fruncido aparentaba. Sin embargo, no fue una excusa para darle paso a su sermón acerca de mi irresponsabilidad y lo preocupado que lo ponía al no llegar a desayunar.
—Estoy pensando seriamente en sacar a chae del equipo —farfulló Nam hacia Jackson.
—Hazlo, ya es hora —apoyó el chico, engullendo su fritura. Se encogió de hombros dejando en claro que no le importaba la decisión que tomase—. Realmente es molesto.
—¿Por qué lo van a sacar? —intenté colarme en su plática.
—Se preocupa nada más por él —gruñó el rizado, haciendo notar su ceño fruncido—. No ve por los demás del equipo o siquiera coopera, como si tuviese uno. Es solo él y su gran ego.—Oh, ya.
Nam me miró de mala gana.
—Ve a comprar algo de comer, JIMIN —replicó—. Después andas quejándote porque te duele el estómago y soy yo quien tiene que aguantar tus ataques.
—Cállate —jadeé—. Después lo haré, tengo clases y no pienso llegar tarde de nuevo —indiqué levantándome. Los dos me miraron confundido, antes que dijera algo y finalicé—: Hasta luego.
Giré sobre mi eje y caminé a pasos rápidos fuera de la cafetería. Apoyé las manos sobre mis rodillas estando en frente de mi casillero. En realidad no le mentía a Nam, tenía clases y él sabía que no podía darme el lujo de no asistir. Después de unos minutos, al intentar regularizar mi respiración, abrí el casillero metiendo y sacando algunas cosas que me tocaban de mi siguiente clase.
Odiaba geografía, no entendía por qué me la daban sino le necesitaría para mi carrera. Hay cosas que todavía y que, probablemente, nunca entendería del instituto.
Al finalizar el día, recibí el glorioso ruido de la campanilla, siendo una melodía perfecta. Alcé mi cabeza que se posaba en el libro abierto con la imagen de Henry Parkes.
—Lo lamento —musité.
Guardé todo rápidamente, tanto que no me importó si la pasta de mi libreta se arruinaba. Con la punta del pie empujé la silla saliendo del salón e iba pasándome la correa de mi mochila por encima para que quedase de lado y sin querer choqué con alguien.
—Uhm, lo siento —me disculpé, alzando mi mirada.
Sentí mi boca secarse al momento que mi corazón se detenía en un microscópico tiempo y después bombeaba a una velocidad increíble.
—No te preocupes —mencionó la persona, dando una risilla.
Tragué saliva dificultosamente al oír la suave voz como el terciopelo de Taemin, acariciando mis oídos y, a la vez, sin poder evitar sentir mis mejillas arder de la vergüenza. Sus ojos verdes conectaron con los míos, fueron segundos que creí horas hasta que me fijé que lo miraba embobado sin pudor.
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BOULEVARD
FanfictionEstá historia es solo una adaptación El verdadero libro es Flor M. Salvador