21. Feliz a tu lado

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Cuatro meses habían pasado desde la llegada de Asami a la isla, tres meses desde que Korra había iniciado sus entrenamientos y su progreso era notorio; ya no batallaba para levantarse temprano por las mañanas, muy por el contrario, la morena se levantaba desde las cinco para alcanzar a Ikem en su barco pesquero. Mantenerla fuera del agua resultaba casi imposible, desde el descubrimiento de su agua control, la morena buscaba cualquier pretexto para meterse a nadar o chapotear en la orilla de la playa; resultaba fácil ver que al fin había encontrado algo que en verdad le apasionaba.

Como consecuencia Asami se había visto forzada a consultar con los espíritus sobre ejercicios de natación que pudiera usar para fortalecer su cuerpo, y claro, de vez en cuando había que convencerla de ejercitarse fuera del agua, caminando alrededor de la isla o subiendo y bajando la colina. Korra renegaba de vez en vez, pero sus berrinches carecían de ese fulgor que solía caracterizarlos, parecía que los usaba más de pantalla que como algo genuino; oponiendo lo mínimo de resistencia obedecía las instrucciones que se le daban, terminaba con sus entrenamientos, comía y se escapaba hacia la playa de dónde había que volverla a llamar para atender el resto de los pendientes.

La meditación seguía siendo el área en dónde tenía más dificultades, Gyatso y los otros monjes habían intentado cambiar el horario de las meditaciones, mañana, tarde y noche, el resultado siempre era el mismo, también habían intentado distintas técnicas con distintos métodos de apoyo, pero nada parecía funcionar; la morena siempre se quedaba dormida o terminaba notablemente irritada por el aburrimiento.

"Ya tarda más en quedarse dormida" comentaba Gyatso sin perder las esperanzas mientras Laghima negaba con la cabeza de forma desaprobatoria. Los monjes y espíritus habían llegado a la conclusión de que el espíritu de Korra se encontraba cerrado, como un viejo baúl con candado, pero sin llave que lo abriera. Asami sabía que perder la paciencia no iba a ayudar a nadie, así que todos los días continuaba investigando en la biblioteca de Wan Shi Tong en todo lo que tuviera que ver con meditación, espiritualidad y el Avatar mismo.

Al final había encontrado medidas alternativas para inducir un estado meditativo ligero; uno de los ejercicios era bastante sencillo, consistía en sentarse frente a una vela encendida y concentrarse en la flama, así se enfocaba la mirada en un solo lugar mientras se intentaba vaciar la mente de cualquier pensamiento. Korra podía detestar la meditación, pero no se negaba a probar nada de lo que le sugerían. Fascinada con sus habilidades de maestra agua se notaba que no podía esperar para comenzar a manipular otro elemento.

"Bien, haré lo de la vela con una excepción." La observó de forma retadora. "No es necesario que los monjes estén ahí para eso ¿cierto? quiero que tú me acompañes durante el ejercicio." No hubo manera de convencerla de lo contrario, y esa no era la única condición que había impuesto, también demandaba su presencia durante sus ejercicios al caminar por la isla y, aunque esto fuera algo que ya hacía, quiso dejar en claro que, si ella no aparecía en los días en que ayudaba a algún poblador con sus deberes, se negaría a realizar la actividad en su totalidad.

Korra solía coquetear con ella, Asami no sabía si era de forma consciente o no, pero la morena la retaba entre jugueteos o actividades, se mostraba más amigable con ella, sonreía más y cooperaba mejor con lo que le pedía. El constante buen humor de la joven bastaba para contentar a la ojiverde quién notaba como, al abrirse el corazón de Eclipse, comenzaba a mostrar rastros del Avatar que se había perdido dos años atrás.

Ya una vez se había dejado llevar hasta besarle la mejilla en agradecimiento por la flor que le había regalado, desde entonces no lo había vuelto a hacer, pero se volvía cada vez más difícil no dejarse llevar por la falsa impresión de que la persona que tenía enfrente era su morena y no la confundida chica sin memoria conocida como Eclipse.

Antología. Futuro Incierto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora