Pasó un tiempo.Cuando cumplí los diez años invitamos a toda la familia, habíamos comenzado a recuperar el espiritu familiar después de la pérdida de mis padres.
Hacía mucho tiempo que no me acordaba de la niña de las tres manzanas pero me sentí muy extraña cuando la vi comiendo pastel de manzana en mi fiesta de cumpleaños.
—Tú no eres una Apple —le dije acercándome a ella.
—Si bueno, es que esuché que alguien en esta granja iba a cumplir años y pensé que te podía ver para pagarte las manzanas que me robé el año pasado —explicó ella sirviéndose otro pedazo de pastel.
—¿O sea que te invitaste sola?
—Tal vez...
Me quedé callada mirándola.
Ella se metió todo el pastel a la boca y rebuscó en sus bolsillos algo. Sacó tres monedas de oro y me las entregó.
—¿Cuánto es esto? —le pregunté.
—No sé mi papá me lo dio para gastar en la escuela pero no creo necesitarlo —respondió despreocupadamente.
—¿Escuela?
Ella rodó los ojos.
—Claro, no soy analfabeta —explicó—. De igual modo creo que ya me tengo que ir por que mis papás solo vienen aquí de visita una vez al año —Rainbow hizo una cara, como si intentara recordar algo—. Lo olvidé... pero espero no te moleste que me lleve este pastel de manzana. No me gusta el pay pero creo que el pastel esta bien. Te lo pago el año que viene.
Me dió un abrazo y se fué corriendo con el pastel en las manos.
Quedé nuevamente con expresión de extrañeza en el rostro.
✧*。
El siguiente año no se presentó en mi cumpleaños, pero días después la vi en la calle.
Iba camino a entregar un pedido de sidra cuando choqué con ella. Venía corriendo mientras escapaba de un perro. Un perro que reconocí porque era el mio.
—Winona, ¿que corrales haces? —le grité a mi mascota y le silvé para que dejara de perseguir a Rainbow.
Mi perro solo meneó la cola y se sentó a lado mio.
Rainbow me miró con una sonrisa de oreja a oreja y movió los dedos en señal de saludo. Había crecido mucho y me rebasaba por unas cuantas pulgadas.
—Hace unos días cumpliste once, pero no pude autoinvitarme ese día porque no estaba aquí, así que te compré esto —Rainbow me dio una caja—. Iba camino a la granja corriendo pero tu perrita me comenzó a perseguir. Creo que pensó que estaba jugando con ella.
—Gracias —le dije.
—¿No hablas mucho verdad?
—Sí lo hago.
—Pues no parece —reclamó.
—Pero si hablo.
—Di algo.
—Algo.
Ella se rió y me contagió su risa.
—Bueno, ya me tengo que ir, el pastel de manzana del año pasado estaba un veinte por ciento más genial que los que hace mi mamá —tomó una botella de sidra y se fue corriendo—. Te veo el próximo año.
A pesar de ser rara me había comenzado a caer bien. Se aparecía cada año con alguna rareza y después se iba corriendo. ¿Por qué siempre estaba corriendo?
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Nuestra Casa en la Playa// APPLEDASH
RomantikCréditos de la portada a quien corresponda. AppleJack odia la playa con toda su alma, pero varias cosas la obligan a vivir ahí. Esta es una historia con un trasfondo melancólico y triste, con toques de romance.