Capítulo 350: Efectos negativos

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"¿Cómo puede ser?" exclamó Jenna, con evidente sorpresa y confusión.

Recordó la conclusión de la reunión de misticismo, en la que los participantes se dispersaron por varias rutas a intervalos esporádicos. Las dos habían sido precavidas, asegurándose de no dejar pistas. Entonces, ¿cómo las habían seguido?

Observando que Jenna se contenía de mirar hacia atrás, Franca se adelantó con calma y susurró:

"¿Quién sabe? Tal vez otro participante eligió esta ruta y tropezó con alguien más adelante. Puede que quieran seguirnos, esperando una oportunidad para dar el gran golpe. O tal vez alguien con habilidades inusuales nos rastreó de forma inesperada.

"Sigamos adelante como si no pasara nada. Estaremos a salvo una vez que lleguemos a la calle debajo del salón recreativo.

"Si nuestro perseguidor ataca antes de eso, tira la lámpara de carburo inmediatamente y escóndete en las sombras cercanas. Dependiendo de la situación, puedes decidir cómo unirte a la lucha".

Jenna asintió sutilmente, indicando que estaba dispuesta a seguir las instrucciones de Franca.

Sin querer, apretó con más fuerza la lámpara de carburo.

Tras recorrer entre cien y doscientos metros por el oscuro y húmedo túnel, Franca aminoró la marcha y miró hacia atrás con confusión.

"El acechador ha desaparecido...

"También es posible que haya encontrado una manera de eludir la seda de araña que dejé atrás..."

Cuando terminó de hablar, una figura emergió de la oscuridad, iluminada por el resplandor de la lámpara de carburo.

Jenna reaccionó con rapidez, dejando caer la lámpara de carburo que llevaba en la mano izquierda y mezclándose entre las sombras.

Confiando en su técnica de Sustitución Espejo, Franca no se apresuró a evadir. En cambio, fijó su mirada en el acechador que había dado la vuelta para enfrentarse a ellas.

Era el hombre disfrazado de Brujo, con el rostro oculto bajo una sombra encapuchada.

¡El que dio la misión!

Él miró a Franca y habló deliberadamente con voz aguda: "Quiero hacer un trato con ustedes".

...

Detrás del Pilar Nocturno de Krismona, Lumian iba detrás de Hela, agarrando una vela blanca nueva que parpadeaba en la penumbra. Siguieron los desgastados escalones de piedra, que parecían descender a las profundidades del infierno.

Los muros de piedra de ambos lados cedieron lentamente, revelando intrincados relieves de cabezas humanas. Figuras de color gris oscuro se agrupaban, recordando a los innumerables huesos apilados en lo alto de la tumba.

Cuando Lumian completó el descenso y pisó el silencioso cuarto nivel de las catacumbas, se apoderó de él una inquietud abrumadora. Era como si hubiera estado encarcelado durante mucho tiempo, anhelando la libertad.

Esta sensación no era desconocida; era un efecto secundario del contrato de la Sombra con Armadura, ¡pero nunca había sido tan intensa!

Era como si su espíritu se sintiera atrapado en su cuerpo, por fin consciente de la verdad.

Buscaba liberarse de esta "jaula", hacer añicos este mundo y conseguir la verdadera libertad.

Uff... Lumian exhaló lentamente, calmándose.

Incluso sin la bendición del Monje Limosnero, creía que podía controlar esas emociones turbulentas. Con el poder del Monje de la Limosna, podía controlarlos aún mejor.

LOTM 2: Círculo de Inevitabilidad Parte 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora