Aniversario

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Se me están acabando las ideas para los títulos!!!

El otro día terminaba de escribir un limón y me di cuenta de algo importante en este libro que me he propuesto solucionar a la brevedad, no será en este OneShot, pero prontito.

Feliz cumple para mi Pececito hermoso. <3

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—Te puedo dar su número.

Shura, que estaba sentado en el sofá de la sala del pequeño departamento de su amigo italiano quién lo vio con una sonrisa burlona en su semblante.

—¿Qué? —preguntó confundido. El otro rodó los ojos.

—Afrodita —aclaró haciendo un gesto—, te puedo dar su número —volvió a ofrecer. No me vas a negar que te gusta, he notado las miradas qué le diriges cuando nos encontramos de casualidad y se acerca a saludarme.

—Pero —frunció el ceño— ¿cómo me vas a dar su número así cómo así? ¿Qué le voy a decir? —cuestionó. Deathmask se encogió de hombros.

—Da igual, es común que gente desconocida le llame o le escriba —respondió tranquilamente. Shura lanzó un suspiro.

—No quiero ser un desconocido más que obtiene su número de forma clandestina. Además, no creo ser de su tipo —esta vez Deathmask lucia confundido.

—¿A qué te refieres? —Shura lo miró como si no notara lo obvio.

—Se ve que es alguien que acostumbra un estilo de vida muy por encima de lo que puedo ofrecer. Si logro me acepte una cita ¿a dónde iremos? No puedo pagar algo elegante o muy costoso.

Deathmask se sentó junto a él y se quedó en silencio un largo rato mirando hacia su televisor apagado y luego lo volteó a ver con una seriedad qué casi lo asusta.

—Shura —pronunció suavemente —¿has visto bien este lugar? —se limitó a asentir suavemente sin entender la pregunta—. Bien, entonces no pongas excusas tontas, se pasa la mitad de la semana aquí, come lo que tengo en la alacena qué la mayor parte del tiempo son fideos instantáneos sin quejarse.

—Pero porque eres su amigo, soy un caso distinto, ya que yo...

Un golpe a la puerta lo interrumpió. Deathmask sonrió y se dirigió a abrir la puerta.

—Renzo, qué bueno que estás no sabes lo que... —Afrodita bombardeó a su amigo en cuánto estuvo a su vista y apartó las gafas de sol qué llevaba y alcanzó a ver a Shura sentado en la sala, parpadeó ligeramente—. Oh, lo siento —dijo entrando al departamento—, no sabía que estabas ocupado.

—Adelante, pasa con confianza —el sarcasmo fue palpable en la voz— y no me llames Renzo —dijo entre dientes—. Es Shura —presentó sin mayores ceremonias. Una sonrisa de travesura se posó en sus labios brevemente antes de borrarse al girarse —y no interrumpes nada, de hecho, llegas justo a tiempo, yo tengo que salir a atender unos asuntos de la oficina y Shura acaba de llegar a la ciudad, te agradecería mucho si lo acompañas mientras vuelvo.

—Es sábado —Afrodita lo miró con sospecha. Deathmask se encogió de hombros.

—Hubo un problema con un caso y debo atenderlo, ya sabes cómo es —explicó tranquilo y le dirigió una mirada a Shura qué lo instó a callarse.

—Ya... Bueno, entonces vete y no te preocupes por tu amigo —Deathmask hizo un gesto de despedida y salió cerrando la puerta detrás de sí. Afrodita le hizo un gesto y luego se giró hacía Shura—. Supongo que no tiene comida decente para comer —fue su saludo. Shura simplemente negó—. Muero de hambre, supongo tocará comer sus fideos instantáneos.

—Encargamos comida china —se apresuró a decir. Afrodita lo miró—. Antes de que lo llamaran de la oficina —aclaró. Afrodita sonrió.

—Excelente podemos esperar la comida y luego dar una vuelta por ahí —ofreció.

Shura lanzó un suspiro mientras observaba a Afrodita moverse por la cocina de su pequeño departamento. Una sincera sonrisa adornó sus labios. Tras aquel primer encuentro en el departamento de Deathmask, había habido muchos más durante ese año y ahora celebraban su primer aniversario. Nunca pensó que alguien cuya perfecta manicura costaba más que su propio salario se quedara con él durante tanto tiempo, pero Deathmask tenía razón, Afrodita no era del tipo que se fijara en cuánto dinero tenía una persona a pesar de llevar ropa de diseñador echa a medida, podía sentarse en el sofá de un departamento de menor tamaño que su propio armario y comer comida deshidratada, para llevar o como en esa ocasión, simplemente cocinarla sin quejas, jamás lo había presionado para aceptar su ayuda y recibía con una sonrisa lo que él podía ofrecerle.

Un suave beso en su mejilla lo hizo regresar a la realidad.

—¿En qué piensas? —Afrodita se sentó frente a él y tomo sus manos.

—En lo afortunado qué soy de qué estés conmigo —le besó las manos.

Fin.

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⏰ Última actualización: Mar 11 ⏰

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