Relaciones a el descubierto

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Sara no cabía de el coraje que estaba sintiendo hacia Franco Reyes. Cuando el cuento de la cita llegó a sus oídos, por parte de no otra que su madre trató de mantener la calma y pensar de forma racional. Pero era bien sabido por todos que Sara Elizondo tenía un carácter de los mil demonios y aunque recientemente había descubierto que Franco era su debilidad en ese aspecto, pues le toleraba más que a la mayoría, no era precisamente una excepción.

Entró a los establos como alma que lleva el diablo exigiendo una explicación inmediata de parte del joven. Y su ira no hizo más que aumentar cuando este se rió en su cara.

-¿Le parece muy gracioso andar ligando viudas ricachonas? Es usted un cínico Franco Reyes- La risa de Franco se calmó un poco y fue reemplazada por una de sus típicas sonrisas infantiles.

-Ah ¿volvemos a usted?- El muchacho dio un paso más cerca de ella y trató de sujetar su barbilla, pero Sara voltio la cara bruscamente y se alejó de su caricia.

Apretó los dientes con fuerza para no soltar algo de lo que se pudiera arrepentir.

-¿Estás hablando en serio Sarita? ¿De verdad crees que yo podría si quiera voltear a ver a una señora que perfectamente podría ser mi abuela?- Sara le dio la cara y se cruzó de brazos.

-Yo solo sé lo que ohi Franco, te estoy dando la oportunidad de defenderte, y me estás tomando como un chiste.

-Eyt, por dios Sara- Franco hizo ademán de tocarla de nuevo y esta vez ella le permitió sujetar sus manos- claro que lo tome como un chiste, desde el primer beso que te di supe que jamás tendría ni ojos, ni cabeza para nadie que no fueras tu.

- Y me imagino perfectamente lo que están diciendo de mí, que estoy aprovechándome, tratando de sacarle dinero a la pobre viuda. ¿No confías en mí Sara? Ya te he dicho que ni yo, ni mis hermanos somos unos oportunistas, lo único que me importa ahora eres tú...... ¿me crees?- ella relajó su mirada.

-Si, si te creo, pero no tienes idea de cómo me sentí cuando escuche a mamá hablar de ti y de esa vie.... De esa señora- Franco sonreía de nuevo- ¡No te rías!

-No me estoy riendo amor- Eso último hizo que Sara se olvidara por completo el porque estaba molesta, era la primera vez que le llamaba así, y podía sentir las mariposas en su estómago alterarse.

Y la sensación sólo aumentó cuando franco la acorraló entre su cuerpo y una caja de madera.

-Me encanta verte celosa, ¿sabes? Pero no quiero darte motivos para que lo estés. Si, salí con Eduvina ayer, pero no todo fue culpa de Oscar, no podía negarme a salir con ella sin confesarle a Oscar mis verdaderos motivos para no hacerlo- Le estaba costando trabajo a Sara discutir con él cuando lo tenía así de cerca.

-Y ¿crees que eso justifica que tuvieras una cita con alguien más?- Entendía eso de mantener las apariencias, pero no cambiaba el hecho de que salió con otra mujer.

-No fue una cita Sarita, yo le deje las cosas a aquella señora muy claras, le dije que todo había sido una idea absurda de Oscar, y que yo de hecho tenía a alguien.- Le puso un mechón de cabello detrás de la oreja- a alguien que me importa muchísimo.

Le era imposible a la joven no sentirse derretida ante Franco Reyes.

-Perdona, no es que desconfíe de ti, de verdad que no.- Pero Sara temía equivocarse, abrirle su corazón a alguien como lo estaba haciendo con Franco y acabar decepcionada, llevaba muchos años construyendo barreras, haciéndose fuerte.

Quería poder bajar su guardia, permitir que alguien cuidase de ella, en vez de ser ella cuidando de todos. Se sentia segura con Franco.

El susodicho interrumpió su debate interno.

El verdadero amor perdonaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora