- El Desafío de Sharp Silk -

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Nota de autor: ¡Hola a todos! Espero que lo disfruten y comenten también. Estaré leyéndolos.

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- Acto IV, Escenario XII -


¡Dije eso! ¡No puedo creer que me acuses de embellecer los hechos! ...
¿Qué? ... No, esto no es una verificación de hechos, ¡es tu falta de memoria, señorita! ... Vaya, sí, tengo perfecta memoria, ¡muchas gracias! ... Como dije hace mucho tiempo, las cosas perfectas son un yo, ¿no es así?

No me importa cuánto te quejes, sigo pensando que estoy histérica.

Honestamente, mi ingenio es muy poco apreciado.

En todo caso...

El sol... sí, ¡incluso el clima lo recuerdo!
¡Ahora, cállate!

Ahora he olvidado adónde iba con esa frase.

Era un día soleado en las calles de Canterlot, porque cada día contigo era soleado. Entonces, en realidad, en el gran esquema de las cosas, realmente no importa si recuerdo cómo era el clima o no porque tú lo definiste por mí. ¿Qué te parece eso de una memoria perfecta?

—¡Esos fueron los treinta minutos más largos de toda mi vida, te lo aseguro!

—¿En serio? —preguntaste, claramente complacido por mi declaración. 
Envalentonado por ello, incluso, cuando tuviste el coraje de declarar con aire de suficiencia: —Entonces realmente tenías muchas ganas de verme.

—¿¿mm? ¡Oh, cariño, no te hagas ilusiones! Esa es más mi área de especialización. Simplemente estaba hambrienta, eso es todo. —Dije con una risita y un golpecito en mi nariz arrugada.

—Bien.

Ahora, ahora, no queríamos que fueras demasiado engreída ahora, ¿verdad? ¡Pero Ay! Te veías tan linda, molesta por mi declaración, que simplemente tenía que mejorarla.

—Y estaba un poquito emocionada de verte, lo admito. —dije, y no pude evitar una sonrisa cuando pusiste los ojos en blanco. —¡Ves! Por eso es bueno que no seas perfecta como yo. Si lo fueras, entonces no podría pasar tanto tiempo contigo. Demasiada perfección puede ser algo malo, ¿sabes?

—Porque las cosas perfectas deberían ser una rareza. —dijiste con total naturalidad.

—¡Precisamente! Lo mejor es tomarlos en pequeñas dosis.

Tarareaste. —Sin embargo, hay un problema con eso.

—¿Lo hay ahora? Dígame por favor.

—Bueno. —dijiste, comenzando a rodearme como lo haces cuando estás a punto de sermonearme o ser terriblemente inteligente o ambas cosas. Admito que es bastante atractivo. —Siguiendo tus declaraciones, que son que las cosas perfectas son raras, y vos sos perfecta...

—¿Lo impugnas? —pregunté descaradamente y me sorprendí cuando no te sonrojaste como esperaba, sino que simplemente sonreiste.

—No tengo que hacerlo, porque lo harás en un minuto. —dijiste con frialdad, y debo admitir que mi corazón dio un vuelco.

—Cómo decía. —continuaste, todavía rodeándome como si fuera mis poniquíes. —Has presentado dos afirmaciones: qué las cosas perfectas deben ser rarezas, y qué vos sos perfecta. Siguiendo esa lógica, puedes pasar tiempo conmigo porque yo, como dijiste anteriormente, soy imperfecta, ¿verdad? Bien. Pero entonces, si eso es cierto, entonces no puedo pasar tiempo contigo porqué ¡las cosas perfectas deben tomarse en pequeñas dosis! Entonces...

El Último Tren A Casa - MLP:FIMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora