Parte I

223 25 9
                                    

Bueno, esta es una historia que escribí hace muuuucho tiempo, quería expresar ciertas situaciones en la vida usando a Belarús como protagonista xD en fin, es triste, así que si quieren, pueden pasar de leerlo xD como ya avisé, estoy sincronizando todas mis historias en un solo lugar, incluyendo las viejas, por eso la publico :D
Un saludo.
nekoJian.

Aclaraciones:
Belarús: Natasha
2p!Ucrania: Katya

##############

Me senté en la parte más alejada del bar y le pedí al mesero un vodka doble bien frío. Acomodé mi larga cabellera tras mis hombros y apoyé mi codo derecho sobre la mesa, sosteniendo mi cabeza con esa mano. Cuando el mesero me trajo mi pedido, bebí el contenido del vaso de una sola vez. Estaba harta de todo, sólo quería pegarme un tiro, que metieran mi cuerpo a una trituradora para dárselo a los perros como alimento, y que las sobras se las coman los cuervos. No, no estoy exagerando, si eso creen es porque no conocen mi historia.

Me llamo Natasha, actualmente tengo 25 años y mi vida jamás ha sido de agrado para nadie. Desde muy pequeña, tuve muchos problemas con Katya, mi hermana mayor, siempre me detestó, y nunca entenderé porqué. No tengo la culpa que su mamá haya muerto en el parto y que nuestro padre se volviera a casar y me hayan tenido. Nunca desaprovechó una sola oportunidad que tuvo para hacerme sentir mal y destrozarme el autoestima, a pesar del gran esfuerzo que hacía para llevarme bien con ella. No servía de nada, todo intento era en vano.

Y mi padre, Dios... me enferma recordar a ese maldito viejo hijo de la puta que lo parió. Lo odio, lo detesto, lo repugno. Esa es la maldita verdad. Siempre prefirió más a Katya que a mí, incluso cuando nos peleábamos la única castigada era yo. Estoy segura que es porque tenía pena por ella, porque no tiene mamá, aún así eso no justifica nada.

Cuando era pequeña, una tonta, ilusa niña inocente, no me daba cuenta de esas cosas. Katya siempre hizo lo posible para dejarme mal a mí frente a ese maldito viejo. Siempre estaba comparándome con ella, viendo en mí sólo lo malo, sólo mis defectos. ¡No soy perfecta! Nadie lo es, joder.

Crecí haciendo lo posible para agradar a ambos, pero nunca le daba gusto a ese hombre. A pesar del gran esfuerzo que hacía por darle lo mejor de mí, nunca era suficiente, siempre le encontraba lo malo a todo. Nunca reaccioné, hasta que llegué a la adolescencia, etapa en la que de un día para otro, te estrellas contra la realidad, dándote cuenta que NADA es bonito.

Mucho tiempo simplemente no decía nada para no crear más conflictos en el hogar, pero llegó un momento en que no pude soportarlo más. Y fue ahí que comenzaron las verdaderas guerras. Si no era con Katya, era con mi padre, pero sí o sí todos los días estábamos matándonos con palabras.

Nunca le importé, nunca me valoró, nunca confió en mí, nunca se sintió orgulloso de lo que soy, a pesar de que jamás hice nada para avergonzarlo. Siempre me hizo creer que no valgo nada, que fue un error que yo haya nacido. Es un maldito bastardo, para qué demonios me engendró si tanto va a estar decepcionándose de mí...

Todavía recuerdo, cuando hace dos años, le dije todo lo que me molestaba de él. Su egoísmo que le hacía creer que no tenía defectos, su maldito orgullo que le impedía ver que estaba equivocado, su crueldad para sacarme en cara los errores que cometí, como si no tuviera derecho a equivocarme. Nunca podía hablar civilizadamente con él, mucho tiempo lo intenté, pero me cansé. Fui una idiota al pensar que algún día cambiaría esa situación. Maldigo a toda su familia.

Recuerdo que lo puse tan nervioso que le dio un infarto. Eso no era lo peor de todo, lo peor fue que yo estaba feliz porque esperaba que de una vez se muera y desaparezca de mi vida. Ni hablar de Katya, me odió más que nunca, pero yo ya estaba hasta la coronilla de ella. Si me provocaba más, la hubiese matado, sin importarme que era mi hermana, nunca se comportó como tal. Nos discutimos por un buen rato, hasta que agarré un cuchillo de la cocina y no dudé en intentar clavárselo. Desde esa vez me tiene tanto miedo que no puede estar cerca de mí por más de un minuto, y desde esa vez, nunca más me molestó. No soy una asesina, pero lo que realmente se merecía es que la hiciera añicos.

Lo que ella escondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora