Nueva Esparta

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Autor.

¡Hola, guapos!

Les traigo este capítulo por patrocinio de maker-00.

Gracias Maker, me ayudas a alimentar a mis perritos.

Guerreros sangrando, heridos, luchando por recuperar el aliento.

La fatiga los presiona más que todo el peso del mar a su alrededor y sin embargo...

—¡Vamos, cabrones! ¡Nadie se va hasta que avancen otro nivel! —aún soy una perra.

El sangrado no sólo los debilita, también atrae a más criaturas que en su mayoría son tan o más fuertes que ellos. Por supuesto que estoy aquí para evitar muertes innecesarias, pero sólo ayudo en el último y dependiendo de mi humor, también puedo esperar a tener que revivir a alguien, aunque eso alentaría los resultados por el retroceso de niveles...

Sólo dejaré morir a quién me caiga muy mal.

Como sea, los soldados podrían haber subido mucho después de todo esto, pero vamos, somos un grupo de treinta y uno y repartir la experiencia entre todos, vuelve todo muy lento.

Supongo que esto pone fin a mí idea de subirlos a todos a nivel treinta en un sólo día.

Tampoco podemos ponernos a cazar de manera desmedida a las criaturas marinas. Supongo que este será uno de esos trabajos que lleva tiempo...

Bueno, he estado corriendo desde que empecé con este trabajo. Tal vez ir lento no sea tan malo.

Mhhh, pero no puedo ir tan lento si quiero a Amora en mi harem... y a Metri.

Llevaré una velocidad moderada.

Así, mientras pienso, los sirenidos se baten en duelo contra aquellos monstruos del mar que pondrían en jaque a una gran embarcación.

Gritan, chillan, maldicen, retroceden y pelean hasta que, de pronto, observo todas sus notificaciones en mi pantalla.

Hasta el último de ellos subió de nivel.

—¡Muy bien, cabrones, deshaganse de los que faltan para poder ir a casa.

Me divierte escuchar las maldiciones y los quejidos, pero con suerte, algunos más volverán a subir de nivel.

Cosa curiosa, pese a iniciar desde el mismo escalón, su ritmo de subida es diferente.

Como sea, creo que puedo ayudarlos un poco, después de todo, soy una diosa generosa.

Regreso con todos a la ciudad; su cansancio mental es mayor al físico, pero no entiendo sus quejas, ya he cargado con los tres grupos yo sola. La que debería estar cansada, soy yo.

—¡Marala! —saludo enérgica al regresar al templo.

Desde el altar, ella se postra.

—¡Mi diosa!

—¿Están listos los élites? —cuestiono mirando a los diez guerreros marinos que fueron separados del resto.

—¡Lo están! aunque tienen un poco de miedo al ver el estado en el que volvieron sus compañeros —responde con duda—. No les está haciendo nada malo, ¿verdad?

—Los estoy volviendo guerreros, guerreros esparcuaticos —respondo con seriedad.

—Espar... ¿qué?

—Estoy pensando en el nombre que tendrá la ciudad —devuelvo casual—. Espartlantis, Espartaqua, Persiesparta...

—Emmm... —no se atrevía a verme a los ojos—. ¿Qué le parece si me deja el nombre a mí? Una tarea como esa no parece digna de su majestuosidad.

Emisaria De La Diosa Del Mal 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora