Un giro inesperado:

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Tes lo mira con odio. Observa a Jared y después me mira a mí, que tengo la cara roja por las bofetadas que me ha pegado. Antes de que pueda reaccionar, el policía se abalanza sobre mí. Me abofetea sin poder entender nada. Grito, ahora puedo gritar.

Abro los ojos de repente y contemplo a un Tesifonte asustado. Estamos en la cama y él me sujeta el rostro entre sus manos. En su mirada puedo notar la preocupación que ha invadido a mi hombre. Miro el reloj de muñeca y veo que todavía son las ocho de la tarde. He debido de quedarme dormida.

-Has tenido una pesadilla, Lana, tranquilízate –me susurra el policía intentando calmarme.

Respiro por la boca para intentar dejar de temblar. Mi frente está llena de un sudor frío que me invade y consigue empalidecerme. Pero me levanto con ayuda del policía y nos dirigimos al salón.

Miro a Tes que tiene unas ojeras casi negras debajo de sus ojos.

-¿Estás bien? –le pregunto mientras le acaricio la nuca.

-Estoy cansadísimo –dice Tes. Se tumba en el sofá y se tapa los ojos con un brazo para evitar que le dé la luz.

-¿Mucho ajetreo en la comisaría? –pregunto mientras preparo algo de cenar, tras haberme lavado la cara.

-Hemos tenido que perseguir a un hombre que iba borracho conduciendo por la carretera a una velocidad desorbitada.

-¿Un hombre mayor? –pregunto intentando mostrar algo de interés aunque realmente estoy más a la cocina que a lo que me dice.

-Era tu amigo el médico.

-¿Jared? –esto no puede estar pasando de nuevo. ¿He tenido un sueño premonitorio?

-Al parecer, tiene su vida patas arriba.

-Y seguramente, querrás que vaya a verle.

-Me conoces mejor de lo que yo pensaba –me dice Tes guiñándome un ojo-. Iremos a rehabilitación y después irás a hacerle una visita. De seguro que le hace ilusión verte.

-Yo no estoy tan segura –murmuro a la vez que echo agua en una cazuela y la pongo a hervir.

-Lana, es tu amigo –me regaña.

-Que ya lo sé, Tes. Iré –digo de forma borde intentando dar por terminada la conversación. Nunca me ha gustado que me ordenen hacer las cosas y muchos menos, habiendo soñado la realidad que ahora mismo estoy viviendo.

-¿Todo bien? –pregunta preocupado mientras me ayuda a poner los platos y los cubiertos sobre la mesa.

-Sí, tranquilo. Sólo estoy algo destemplada –miento. No sé por qué, pero lo hago. Supongo que me da miedo decir en alto lo que he soñado ya que puede sonar como una locura y no quiero que piense que estoy mal de la cabeza.

Cenamos en silencio, sinceramente, no tengo muchas ganas de hablar y agradezco que Tes no intente sacar tema de conversación. Esta noche tan oscura que no se ve ni los cráteres de la luna, el silencio me reconforta, me relaja y me aleja de todos los pensamientos que alteran mi mente. Lo único que consigue acabar con mi tranquilidad, es una simple palabra, un nombre, un hombre. Jared.

Aunque sé que todo lo que he creído vivir ha sido, gracias a dios, una horrible pesadilla, me da miedo volver a encontrarme con él y que vuelva a pasar todo lo que he soñado. No podría soportar ver cómo Jared me mira con esos ojos rojos de loco y de psicópata. Pero lo que jamás podría olvidar sería ver cómo Tes se dirige a mí con violencia, con el único objetivo de destruirme.

Remuevo mi cena intentado alejar todos esos pensamientos de mi cabeza. Pero todas esas escenas vuelven a mí antes de que pueda detenerlas.

-Lana, mira lo que sé hacer –dice animado Tes. Alzo la mirada y observo con gracia cómo el policía se saca de la nariz un spaghetti. Siento ternura y asco a la vez pero ha conseguido hacerme reír.

El amor a los 30 (En proceso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora