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El príncipe elfo levantó sus pestañas rojizas, recuperando la conciencia. Miró hacia el techo, era un techo que no conocía y que para su sorpresa era de cristal, a través de él podía ver el bello firmamento nocturno y la redonda luna. Masajeó las sienes de su cabeza tratando de recuperarse, mientras permanecía recostado en una muy cómoda y acolchonada cama con sábanas azules de seda. Pero cuando su memoria hizo click se sentó de golpe y observó con prisa a su alrededor al mismo tiempo que buscaba invocar su báculo. Pero este no apareció entre las palmas de sus manos, como acostumbraba, y fue cuando se percató de tener una de sus muñecas encadenadas.

Se encontraba en una habitación que no conocía; con paredes púrpuras cargadas de acabados en dorado, había una gran chimenea de piedra que iluminaba la oscura recámara y enfrente de esta un sillón rojo de respaldo alto en el que descansaba cierta persona, la cual no tardó en girar y levantarse cuando escuchó el forcejeo de las cadenas.

El príncipe elfo frunció sus cejas, enfadado y casi incrédulo, pero al mismo tiempo decepcionado; pues esa robusta figura y risilla burlona solo pertenecía a alguien en especial, el mago de ojos bicolor: Eric Cartman.

— ¿Despertaste, cariño? —dio pasos lentos y juguetones, azotando las plantas de los pies contra el suelo.

—Eres un hijo de puta... —masculló Kyle apretando su mandíbula, mirándole con rencor.

—Despertaste con mucha arena en la vagina ¿No? —se detuvo al pie de la cama, con una clara sonrisa burlesca.

— ¡Cartman! ¡Hablo en serio! ¿Qué significa todo esto? —Gritó con rabia, volviendo a forcejear, pero la cadena no le permitió levantarse, regresándolo a su sitio — ¡Uhg! ¡Quítame esta mierda ahora mismo!

—Relájate, Kahl —Cartman, sosteniendo su báculo, hizo un ligero ademán trayendo de una mesita auxiliar una tetera y una taza que con magia las hizo levitar y servir el té para el pelirrojo.

— ¿Relajarme? —Cuando la taza de té se aproximó a él, con la mano que tenía libre dio un manotazo al aire, derribando la taza y estrellándola contra el piso, derramando el té sobre la alfombra y parte de la cama — ¡Hablo en serio, Cartman! ¿Qué mierda fue todo eso? ¡Quiero una jodida explicación y que me liberes!

Cartman bufó, disgustado con esa actitud tan arisca de parte del príncipe elfo, borró la sonrisa que había mantenido hasta el momento y subió una rodilla a la cama, sosteniendo la mano con la que Kyle golpeó la taza, inspeccionó el corte que se hizo y de este brotaban hilos de sangre.

— ¡No me toques, Cartman! ¡Ya dime...!

Forcejeó ante su agarre. Pero mientras mantenía sujeta su mano, el más robusto se aseguró de apresarlo con fuerza y atrapó su mentón forzándolo a mantener contacto. Además de posicionarse encima.

—Kyle, ya descubrí el preciado secreto que guardaban tú y tus tontos padres.

Susurró Cartman en su oído, y en ese instante Kyle dejó de patalear, confundido por tal amenaza.

El sonido que producía la leña al ser quemada en la chimenea y tick, tack del reloj ayudaban a darle más tensión al ambiente. Kyle retomó su respiración que congeló por una milésima de segundos y de nuevo se retorció debajo del más robusto, quien prácticamente lo mantenía recostado por la posición.

— ¿De qué maldito secreto hablas, gordo?

—Sabes bien de lo que hablo, Kahl. Ese secreto —siseó.

—No... En verdad no entiendo de qué mierda...

—Por fin descubrí dónde ocultan la vara de la verdad, cariño.

Juramentos bajo la Luna y las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora