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El sol brillaba sobre Pozo Dragón mientras la multitud se agolpaba en las calles para presenciar la coronación de la princesa Rhaenyra como reina de los Siete Reinos. Rhaenyra lucía un vestido rojo que resaltaba su belleza y unas joyas preciosas que brillaban con cada paso que daba.

El Septón supremo se acercó a ella, con el óleo sagrado en sus manos. Con manos temblorosas, el Septón ungió a Rhaenyra y colocó la corona en su cabeza, haciendo que brillara con un resplandor dorado.

-¡Ante ustedes la Reina Rhaenyra de la casa Targaryen, la primera con el nombre, Reina de los Andalos, y los Rhoynae, y los primeros hombres, señora de los Siete Reinos y protectora del Reino! -dijo solemnemente.

La multitud estalló en aplausos y vítores, mostrando su apoyo a la nueva reina. Rhaenyra se sintió abrumada por la emoción y la gratitud que le mostraban sus súbditos.

Rhaenyra miró a su esposo Daemon, quien le dedicó una sonrisa orgullosa, y a sus tres hijos mayores, Jacaerys, Lucerys y Joffrey, quienes le hicieron una reverencia con respeto y admiración. También vio a sus medios hermanos, Aegon, Haelena, Aemond y Daeron, inclinándose ante ella.

Pero cuando sus ojos se posaron en su madrastra, Alicent, notó la expresión de disgusto en su rostro. Rhaenyra sabía que Alicent nunca había aceptado su posición como heredera al trono, y que siempre había conspirado en su contra. Sin embargo, en ese momento de triunfo, Rhaenyra decidió no dejar que la envidia de Alicent empañara su felicidad.

[...]

Después de la coronación de Rhaenyra, la atmósfera en la cena familiar era tensa. Rhaenyra se sentó en el extremo de la mesa, mirando a sus hijos mayores: Jacaerys, Lucerys y Joffrey. A su lado estaba su esposo, Daemon, quien le daba un apoyo silencioso.

Rhaenyra suspiró y miró a sus hermanos, Aegon, Haelena, Aemond y Daeron, así como a su madrastra, Alicent.

-Quiero que sepamos que somos familia- comenzó Rhaenyra, tratando de romper el hielo-sé que las circunstancias de nuestra familia han sido difíciles. Pero ahora más que nunca, debemos mantenernos unidos.

Alicent levantó una ceja, claramente escéptica.

-¿Y cómo se supone que hagamos eso, Rhaenyra? ¿Después de todo lo que ha sucedido? -preguntó con frialdad.

Rhaenyra apretó los puños bajo la mesa, sintiendo la tensión aumentar.

-Debemos dejar de lado nuestras diferencias y trabajar juntos por el bien de nuestra casa.

Los hermanos de Rhaenyra intercambiaron miradas, pareciendo considerar sus palabras. Jacaerys, el mayor de los hijos de Rhaenyra, finalmente habló.

-Quizás tengas razón, madre-dijo con cautela-Pero las heridas del pasado son profundas. No será fácil olvidar lo que ha sucedido.

Rhaenyra asintió, comprendiendo la dificultad de la situación. No sería tan fácil olvidar lo que sucedió en el pasado.

-Tenemos la sangre de dragón corriendo por nuestras venas -continuó Rhaenyra-,y eso nos une de una manera que ningún otro lazo puede hacerlo. Juntos podemos lograr grandes cosas, pero separados estamos condenados al fracaso.

Haelena, la más reservada de los hermanos, asintió en silencio. Mientras jugaba con un insecto de madera entre sus manos.

-Prometemos apoyarte, hermana -dijo Aegon finalmente, levantando su copa en un gesto de reconciliación-. Por la casa del dragón y por el reino.

Los demás también levantaron sus copas en señal de apoyó y lealtad. A excepción de Alicent que solo miraba fijamente a su hijastra.

Rhaenyra sonrió, sintiendo un peso levantarse de sus hombros.

-Gracias, hermanos -dijo Rhaenyra con gratitud.

La cena continuó en un ambiente más relajado, con risas y conversaciones que fluían entre los miembros de la familia. Rhaenyra se sentía feliz de tener a su familia reunida, aunque sabía que las tensiones del pasado no desaparecerían de la noche a la mañana.

[...]

Después de la cena, Rhaenyra se retiró a sus aposentos, acompañada por Daemon. Se sentaron juntos en silencio por un momento, antes de que Daemon rompiera el silencio.

-Estoy orgulloso de ti, Rhaenyra-dijo con sinceridad-. Eres una reina valiente y sabia, y sé que serás una gran gobernante para los Siete Reinos.

Rhaenyra sonrió, agradecida por las palabras de su esposo.

-Gracias, Daemon -respondió-. Pero sé que el camino que tenemos por delante no será fácil. Hay muchos que desean vernos caer.

Daemon asintió, sabiendo que tenían muchos enemigos que conspiraban en su contra y estaban más cerca de lo que creían.

-Pero juntos podemos superar cualquier obstáculo que se nos presente -dijo con determinación-. Somos una familia fuerte, con la sangre del dragón corriendo por nuestras venas. Nada puede detenernos si permanecemos unidos.

Rhaenyra asintió, sintiendo una renovada determinación arder en su interior.

-Juntos restauraremos la grandeza de nuestra casa -dijo con convicción-. Nada ni nadie nos detendrá en nuestro camino hacia la victoria.

Daemon la miró con admiración, sabiendo que su esposa era una líder formidable.

-Por la casa del dragón y por el reino-dijo Daemon, levantando su copa en un gesto de compromiso.

Rhaenyra sonrió y levantó su copa también.

-Por la casa del dragón y por el reino-repitió, sabiendo que juntos eran invencibles.

[...]

Alicent caminaba de un lado a otro en la habitación mientras Su padre Otto estaba sentado, observándola cautelosamente.

-Este error tuyo le costará la vida a tus hijos, Alicent.

-No necesitas recordarme a cada momento que la vida de mis hijos están en peligro.

-Rhaenyra y Daemon están esperando el momento preciso para acabar con todos nosotros.

-¡Lo sé! -exclamó, mirando fijamente a su padre.

-¿Entonces que estás esperando para hacer algo?

-¿Que es lo que me sugieres hacer, padre? ¿Declararle la guerra a Rhaenyra? -preguntó sarcásticamente- ¿O prefieres que le clavé una daga en su cuello?

-Mantén la calma, Alicent. No lograrás nada actuando así.

-Soy capaz de hacer todo lo que esté en mis manos para proteger a mis hijos y si eso significa matar a Rhaenyra... yo misma lo haré sin dudarlo -declaró fríamente-. No me importa si me cortan la cabeza con tal de mantener a mis hijos a salvó.

Otto se levantó de su asiento y se acercó a su hija, colocando una mano en su hombro.

-Alicent, entiendo tu preocupación por tus hijos, pero debes ser inteligente en tus decisiones. No podemos actuar de manera impulsiva y arriesgar nuestras vidas sin un plan sólido.

Alicent se detuvo en seco y miró a su padre a los ojos.

-Entonces, ¿cuál es tu plan, padre? ¿Cómo podemos proteger a nuestra familia y asegurar nuestro futuro?

Otto sonrió con determinación.

-Tenemos que ser astutos. Debemos ganarnos la confianza de Rhaenyra y Daemon, actuar como aliados mientras secretamente tejemos nuestra propia red de protección. Solo así podremos sobrevivir a esta guerra que se avecina.

Alicent asintió, comprendiendo la importancia de la estrategia sobre la impulsividad.

-Entiendo, padre. Haré lo que sea necesario para proteger a mis hijos y a nuestra familia.

Continuará...

 𝐔𝐧 𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐝𝐞 𝐒𝐚𝐧𝐠𝐫𝐞 𝐑𝐞𝐚𝐥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora