Capítulo IV

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4-Confrontaciones.

Asia Kozolov.

-Buenos días-sonrío -¿No me estrañaron?

Todos se quedan en silencio.

Uyyy que tensión

Miro a mi querido y amado padre, y me dirijo hacia él, me siento a su lado, recuesto todo mi cuerpo en el espaldar de la silla y cruso mis piernas las cuáles ganan todas las miradas de los presentes.

Observo a mi padre para ver su reacción, sus manos están hechas puño, se puede apreciar las venas debido a lo fuerte que las aprietas, su vena en el cuello y en la frente se hacen notar también, y de último su cara, no puede estar más roja.

Esta al punto de explotar
¡¡Quee emoción!!.

-¿Qué haces tú aquí?-habla furioso-este no es lugar para personas cómo tú.

-¿Personas como yo? -paso mis pequeñas manos por mi cara, y señalo mi sien con uno de mis dedos enterrando un poco mi uña roja.

No es que me gusta maltratarme a mí misma, sino que de algún modo me tengo que controlar para no decirle sus buenas verdades en la cara.

-sí que eres hipócrita padre-suspiro-¿Hasta cuándo pensabas ocultarme lo del testamento?-also mis manos hacia su dirección- espérate, déjame adivinar, me lo ibas a decir cuando tú otra hija ya tuviera todo lo que me pertenece.

-Cállate -habla entre dientes.

-pero no es así padre-hablo un poco más alto y de manera brusca-tu única hija para tí, es Tatiana, no tienes otra.

Este se queda completamente en silencio.

-Que bueno que aceptes de una buena vez que lo que digo es verdad-ahora, volviendo a la pregunta anterior.¿Cuándo pensabas decirme la verdad?

-¿De qué rayos estás hablando?-frunce el seño.

-Mmm-paso mi lengua por mis labios rojos -Ahora te haces el tonto-golpeo la mesa con mis manos y estiro mi cuerpo hacia atrás, recostándome de la silla giratoria-El testamento que dejo mi madre antes de morir padre, ¿Cuándo rayos pensabas enseñámelo?.

Este se queda completamente en silencio y traga grueso.

-río -si que eres un gran padre, en especial con tu hija.

-¿De qué testamento estás hablando Asia?-habla Alev.

-Ese testamento-señalo el sobre que está sobre la mesa.

-Quién diría-sonrío-este señor de aquí-señalo a mi padre-quería venderle al señor Petrova el 50 % de las acciones, 50%, que me pertenece como herencia, la cuál me dejó la única persona que en verdad me quería y se preocupaba por mí, mi madre.

-Pero como a él-señalo a mi padre - no le bastó engañarme, también los engañó a ustedes.

-¡¿Qué!?-hablan unísono mis hermanos-¿Qué rayos nos has estado ocultando hasta ahora?-hablan alterados.

-no se deben de preocupar, él no les dirá nada, pero yo sí-miro a mi padre y sonrió perversamente.

-Alev-lo miro- por herencia de mi madre, la empresa que queda en Moscú (Rusia) es toda tuya, todas las acciones de esa empresa te pertenecen, y tú-me giro hacia mi mellizo-la empresa que queda en Roma (Italia), te pertenece, ustedes como único dueño de esas empresas pueden hacer lo que se les pegue la gana con ellas.

-¿Pero que rayos?-enfurece Alev-¿Papá, cómo has podido ocultarnos eso?Es nuestro derecho.

-Que derecho, ninguno de ustedes tienen derecho, los tres son unos inútiles, no saben ni dirijir bien su vida y van a saber ahora dirijir esas empresas-enfurece-yo solo hice lo que pensé que sería correcto.

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